sábado, 28 de junio de 2008

The killers



The killers (1946), Robert Siodmak

Samuel Beckett






de dónde
la voz que dice
vive

de otra vida






d'où
la voiz qui dit
vis

d'une autre vie


Samuel Beckett, de Obra poética completa. Trad. Jenaro Talens

En busca del tiempo perdido






Pero no le hizo notar esta contradicción, porque creía que Odette, abandonada a sí misma, soltaría quizá alguna mentira que sería indicio, aunque débil, de la verdad; hablaba ella y Swann no la interrumpía; recogía con ávida y dolorosa devoción las palabras de Odette, sintiendo -precisamente porque tras ellas la ocultaba al hablar- que sus frases, como un velo sagrado, guardaban vagamente el relieve y dibujaban el indeciso modelado de esta realidad infinitamente preciosa y, por desgracia, inasequible: lo que estaba haciendo un rato antes, a las tres, cuando él llegó, realidad que nunca poseería más que en aquellos ilegibles y divinos vestigios de las mentiras y que la contemplaba sin saber lo preciosa que era y que no la entregaría nunca. Claro que, a ratos, sospechaba que los actos de Odette no eran en sí mismos de arrebatador interés y que las relaciones que Odette pudiera tener con otros hombres no exhalaban, naturalmente, de modo universal y para todo ser pensante, una tristeza mórbida e inspiradora de la fiebre del suicidio. Y se daba cuenta de que tal interés y tal tristeza eran en él como una enfermedad, y que cuando se curara de ella, los actos de Odette, los besos que diera a otros hombres, se le aparecerían tan inofensivos como los de cualquier otra mujer. Pero el que la curiosidad dolorosa que ahora le inspiraban a Swann tuviera una causa puramente subjetiva no bastaba para que llegara a considerar que era absurda la importancia dada a esa curiosidad y lo que hacía para satisfacerla.


Marcel Proust, Por el camino de Swann


viernes, 20 de junio de 2008

Alexander Nevsky




Alexander Nevsky (1938), Sergei M. Eisenstein

Tarafa





No acampo en los altos por miedo.
Auxilio cuando se solicita mi auxilio.

No dejo de saciarme en vino y placeres,
de vender y gastar los bienes transmitidos y adquiridos
hasta evitarme toda tribu como a camello embreado.
Y tú, que censuras que asista a la guerra y a los
placeres me entregue,
¿puedes tú hacerme inmortal? Si no puedes evitar mi muerte,
déjame abordarla con lo que poseo.

Si el hombre lograra algún día burlar la muerte,
por vida tuya, que eso sería como soltar una amarra
asida por ambos cabos.
Yo soy el hombre enjuto que conocéis,
agudo como flamante cabeza de serpiente.


Tarafa (m. 569 d.C), de Poesía árabe clásica


jueves, 19 de junio de 2008

Ausias March





Quien no esté triste o sepa de tristezas,
de las cosas que escribo no se ocupe,
y quien esté por males afligido,
no busque oscuridad para estar triste:
lea estos turbados pensamientos,
dichos sin arte por quien no está en sí,
y la razón que a tal dolor me empuja,
Amor, que es causante, bien la sabe.

Una no escasa parte del placer
halla en su reflexión el hombre triste;
si la gente me vio muy dolorido,
mi alma estuvo asistida por gran dicha.
Cuando me habita Amor, tanto es mi goce,
que dudo incluso estar en este mundo;
si con hondura quiero ver sus hechos,
con mezcla de dolor me hace dichoso.

Cerca está el tiempo en que me haré eremita
para mejor guardar de Amor las fiestas;
nadie me llore por mi vida extraña,
pues me reclama Amor para su corte.
Y yo, que lo amo sólo por sí mismo,
no rechazando el don que puede dar,
abandonado a su tristeza, gozo
vivir entristecido para siempre.

No me puedo sacar de la cabeza
que sea cierto y más bello partido
su gran tristeza que los otros goces,
pues hay en ella dulce languidez.
Parte considerable de mi dicha
es la que todo el que está triste obtiene,
que penando, su pena le contenta
más que si el mundo entero se doliese.

Temo que muchos han de censurarme
por mi alabanza de la vida triste,
mas yo tengo su gloria ante los ojos
y deseo el deleite de sus males.
Sin experiencia no puede saberse
la gran dicha del acto de querer,
en quien, por ser amante verdadero,
se ama a sí mismo al contemplar su amor.

Lirio entre espinas: Quiera Dios que sepáis
en qué extremo por vos estoy postrado;
con mi poder, Amor me derribó,
sin el suyo, de múltiple potencia.


Ausias March, en Antología Poética. Trad.: Juan Antonio Icardo


Qui no és trist, de mos dictats no cur,
o en algun temps que sia trist estat;
e lo qui és de mals passionat,
per fer-se trist no cerque lloc escur:
llija mos dits mostrants pensa torbada,
sens alguna art, eixists d'hom fora seny,
e la raó que en tal dolor m'empeny
Amor bo sap, qui n'es causa estada.

Alguna part, e molta, és trobada
de gran delit en la pensa del trist,
e si les gents ab gran dolor m'ham vist,
de gran delit ma arma fón companyada.
Quan simplement Amor en mi habita,
tal delit sent que no em cuit ser al món,
e com sos fets vull veure de pregon,
mescladament ab dolor me delita.

Prest és lo temps que faré vida ermita
per mills poder d'Amor les festes colre;
d'est viure estrany algú no es vulla dolre,
car per sa cort Amor me vol e em cita.
E jo qui l'am per si tan solament,
no denegant lo do que pot donar,
a sa tristor me play abandonar
e per tostemps viure entristadament.

Traure no pusc de mon enteniment
que sia cert e molt pus bell partit
sa tristor gran que tot altre delit,
puix hi recau delitós llanguiment.
Alguna part de mon gran delit és
aquella que tot home trist aporta,
que planyent si, lo plànyer lo conforta
més que si d'ell tot lo món se dolgués.

Esser me cuit per moltes gents reprès
puix que tant llou viure en la vida trista,
mas jo qui he sa glòria a l'ull vista,
desig sos mals puix delit hi és promès.
No es pot saber, menys de l'experiença,
lo gran delit que és en lo sols voler
d'aquell qui és amador verdader
e ama si veent-se en tal volença.

Llir entre cards, Déu vos don coneixença
com só per vós a tot extrem posat;
ab mon poder Amor m'ha enderrocat
senes aquell seu d'infinida potença.




viernes, 13 de junio de 2008

Brigadoon




Brigadoon (1954), Vicente Minelli

Alcman





Y conozco el canto
de todas las aves...


Alcman, en Líricos griegos arcaicos, versión de Juan Ferraté

Agora con la aurora se levanta - Fray Luis de León





Agora con la aurora se levanta
mi luz, agora coge en rico mundo
el hermoso cabello; agora el crudo
pecho ciñe con oro, y la garganta;

agora vuelta al cielo, pura y santa,
las manos y ojos bellos alza, y pudo
dolerse agora de mi mal agudo;
agora incomparable tañe y canta.

Ansí digo y, del dulce error llevado,
presente ante mis ojos la imagino,
y lleno de humildad y amor la adoro;

mas luego vuelve en sí el engañado
ánimo y, conociendo el desatino,
la rienda suelta largamente lloro.


Fray Luis de León

sábado, 7 de junio de 2008

Les Vampires - L. Feuillade




Les Vampires (1915), Louis Feuillade

Aníbal Núñez




PEBETERO



Que me traigan el humo dijo Ciro
y le trajeron todas sus victorias.


Aníbal Núñez, de Obra poética I

Julio Martínez Mesanza





SÓLO QUIERO VOLVER A LAS TRINCHERAS


Sólo quiero volver a las trincheras,
a las trincheras donde nunca estuve.
La mañana de nieve, el negro muro,
tus palabras de hielo en mis oídos.
Sólo quiero volver a la tristeza
del frente occidental, que es mi tristeza.


Julio Martínez Mesanza, de Entre el muro y el foso

Simónides





A solas, el sol, en el cielo...


Simónides, Líricos griegos arcaicos, versión de Juan Ferraté