sábado, 26 de julio de 2008

Ombra mai fù - Caruso



Händel, Ombra mai fù, de Xerxes. Intérprete: Enrico Caruso

Cantiga de amigo






Sedia-m'eu na ermida de San Simión,
e cercaron-mi as ondas, que grandes son,
Eu atendend'o meu amigo!
Eu atendend'o meu amigo!

Estando na ermida ant'o altar,
cercaron-mi as ondas grandes do mar,
Eu atendend'o meu amigo!
Eu atendend'o meu amigo!

E cercaron-mi as ondas, que grandes son;
non ei i barqueiro nen remador.
Eu atendend'o meu amigo!
Eu atendend'o meu amigo!

E cercaron-mi as ondas do alto mar;
non ei i barqueiro, nen sei remar.
Eu atendend'o meu amigo!
Eu atendend'o meu amigo!

Non ei i barqueiro nen remador:
morrerei, fremosa, no mar maior.
Eu atendend'o meu amigo!
Eu atendend'o meu amigo!

Non ei i barqueiro, nen sei remar:
morrerei, fremosa, no alto mar.
Eu atendend'o meu amigo!
Eu atendend'o meu amigo!


Mendinho, S. XIII, Cantigas de amigo, Antoloxía.

Leopoldo María Panero







ORA ET LABORA, I


Señor, largo tiempo llevo tus restos en el cuello y aún
en mi boca sola, y me arrodillo ante las tardes
y en rezo me evaporo,
como si fuera mi casa la ceniza.
Es
como si no existo, como si el rezo
pidiera a los dioses la limosna de mi nombre
ante la tarde entera.
Nunca supe lo que el cielo era:
quizá la tarde, tal vez
amar más que ninguno
a mi madre, la ceniza.
¡Oh espía!
De mí aparta tu ojo, hice un voto
haz secreta mi muerte.


Leopoldo María Panero, de Agujero llamado Nevermore

miércoles, 16 de julio de 2008

La kermesse héroique




La kermesse héroique (1935), Jacques Feyder

Jean Dubuffet




Jean Dubuffet, Puerta con grama (1957)

Georges Seferis






IV

Dijiste hace años;
"En el fondo soy un asunto de luz".
Y ahora todavía al apoyarte
en la ancha espalda del sueño
aun cuando te hunden
en el pecho aletargado del ponto
buscas rincones donde el negro
se ha gastado y no resiste
buscas a tientas la daga
destinada a perforar tu corazón
y abrirlo a la luz.


Georges Seferis, de Tres poemas ocultos, Antología poética, trad. Pedro Ignacio Vicuña

jueves, 10 de julio de 2008

Night and the city



Night and the city(Noche en la ciudad) (1950), Jules Dassin

Antonio Méndez Rubio






Lo vivido, no lo hecho


Ni toda la humildad, precisamente.
¿Ves el desconcierto del mundo? ¿Puedes
realmente verlo, no por ti, no por nadie, cómo
se acuerda de cualquier imagen
sea o no sea imprevista? Se apodera de lo
que te ha hecho estar aquí.
Huella de la canción, memoria cierta,
voz. Y luego hay que servir.
Mira una sola cosa: ha empezado a llover,
hay pájaros que van, lo que vas a aprender
no son palabras.


Antonio Méndez Rubio, de Razón de más

Oscar Hahn






Fragmentos de Heráclito al estrellarse contra el cielo


Heráclito vivía en un río de Éfeso
encerrado en la placenta del sueño
lejos de los dormidos de la ribera

Heráclito tenía la barba luenga
y la lengua larga para lamerte mejor

No nos bañamos dos veces en el mismo río
No entramos dos veces en el mismo cuerpo
No nos mojamos dos veces en la misma muerte

A bordo de un tonel sube el Oscuro
en dirección a los rápidos rápidos
a contracorriente de Parménides
y desemboca en la Biblioteca de Londres
con la barba más negra y ancestros de aire

Heráclito vivía en un río de Éfeso
pero no se bañaba dos veces en el mismo río
Se bañaba en la catarata de un ojo
Se bañaba en su acuoso cuerpo
y rielaba fluía y ondulaba
Parménides vivía en un bloque de hielo
y se bañaba siempre en el mismo bloque
El que purifica la manchándose con sangre
el que se limpia el barro con barro
en este punto trata de retomar contradiciéndose
y reingresa en las llamas acuáticas
en las aguas flamígeras que flamean

A grupas de la luz monta en el Oscuro
en dirección al gran Fuego celeste
a la velocidad del sentimiento
de los que se aman a primera vista
y se destroza en astillas de hielo
contra los muros del espacio finito
embarrado de estiércol y fango estelar

Si Heráclito tuviera hidropesía
las clínicas se llenarían de agua
las camas blancas de arroyos enfermos
si Heráclito no tuviera hidropesía

Y en el Corral de las Constelaciones
los animales luminosos disputan
los desperdicios de su cuerpo encallado
La Osa chupa la miel de sus vértebras
el Pez desgarra sus carnes con algas
y el Can encierra en el cielo sus huesos

Heráclito vivía en el éter del cosmos
y era una tempestad de aerolitos
en dirección a los Mares terrestres

Heráclito tenía el alma seca
y el vino triste y un aire soñoliento


Oscar Hahm, en la web: autordelasemana.uchile.cl

sábado, 5 de julio de 2008

Paul Celan






Asequible a la palabra
era el mirlo de un
ala, en vilo,
sobre el muro cortafuego, detrás
de París, allí arriba,
en el
poema.


Paul Celan, de Obras completas


Anredsam
war die ein-
flüglig schwebende Amsel,
über der Brandmauer, hinter
Paris, droben im Gedicht.



Aníbal Núñez - J. E. Millais


John Everett Millais, La muchacha ciega (1856)


LA MUCHACHA CIEGA
(Millais)


Te has sentado de espaldas a un arco iris doble
que no ves pero sientes: tus mejillas
aún húmedas de lluvia se encienden -ha venido
el sol tan de repente, con tan buenas
palabras, que el rubor... - En tu harapiento
regazo se entreabre
tu anciano acordeón con un suspiro.

Oyes pastar, revuelto de plumajes
azules. La campana
del santuario gótico está a punto
de tocar a oración. Tu frágil guía
olfatea en tu mantilla: huele a hermana
mayor, a estambre húmedo,
a todos los caminos.

Por fijarme
en una mariposa roja y negra,
que se posó en tu hombro sin que tú lo notaras
-así llega la muerte a los arcángeles-,
no he visto que tu mano
derecha acariciaba una corola
blanca. ¿Cómo has sabido que era blanca?


Aníbal Núñez, en Obra poética

jueves, 3 de julio de 2008

Al-Mu'tamid





El paso de las perdices


Lloré al paso de las perdices en bandada,
libres, sin cárcel, no lastradas por grilletes,
y no fue, Dios me libre, de pura envidia,
que fue melancolía, ¡si me pareciera a ellas!
y volase suelto, sin la familia dispersa,
y las entrañas en carne viva, ni hijos ni muertos
haciendo manar el llanto de mis ojos.
¡Tenga buena suerte! que no se rompió su grupo
ni saboreó ninguna la separación de los suyos,
que no han pasado -como yo- la noche,
el corazón en un puño, a cada estremecerse
de la puerta de la cárcel, o gemir de los cerrojos.
Y no es esto algo que haya discurrido.
Solo describo lo que desde siempre alberga
el corazón del hombre. Mi alma anhela
el encontronazo con la muerte:
otro quizás amaría la vida cargado de grilletes.
Que Dios preserve a las perdices en sus crías,
que a las mías las traicionaron el agua y la sombra.


Al-Mu'tamid, de Poesía árabe clásica