sábado, 31 de enero de 2009

Moonfleet - Fritz Lang



Fritz Lang, Los contrabandistas de Moonfleet(1955)

R. L. Stevenson - Fin de viaje






Deja que tu alma ancle en alguna
bahía. Fondea tu cuerpo aquí.
Que este espectáculo inmutable sea desde ahora
la única escena para tus ojos; y cuando suene la hora
en que tan magnífico paisaje se oscurezca en un instante,
quienes hoy te acompañaron adonde tu caballo en tu sueño
te condujo, conducirán tu cuerpo muerto.

Robert Louis Stevenson, Cantos de viaje
Traducción de Txaro Santoro y José María Álvarez, Mondadori

R. L. Stevenson - La isla del tesoro







Mientras me encontraba allí indeciso, salió un hombre de un cuarto lateral y, en cuanto lo vi, comprendí que aquél era John el Largo. Tenía la pierna izquierda amputada casi a la altura de la cadera y bajo el brazo izquierdo llevaba una muleta que manejaba con asombrosa destreza, saltando de un lado para otro como un pájaro. Era muy alto y fuerte y tenía la cara tan grande como un jamón, aplastada y pálida, pero de expresión inteligente y risueña. La verdad es que parecía que estaba de excelente humor y silbaba mientras iba de un lado para otro entre las mesas, dirigiendo a sus parroquianos predilectos una palabra amable o dándoles una palmada en el hombro.
Para seros sincero he de decir que, desde que el caballero Trelawney mencionara por primera vez en su carta a John el Largo, se me había metido en la cabeza la idea de que pudiera ser el dichoso marinero cojo del que estuve tan pendiente en mi querida posada de Benbow. Pero me bastó echarle un vistazo al hombre que tenía delante. Yo había visto al capitán y a Perro Negro y al ciego Pew, y creía que era capaz de reconocer a un bucanero: alguien muy distinto, en mi opinión, de aquel tabernero aseado y cordial.

Robert Louis Stevenson, La isla del tesoro

Gerardo Diego






INSOMNIO

Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño y por el mar las naves.

En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis naves.

Saber que duermes tú, cierta, segura
-cauce fiel de abandono, línea pura-,
tan cerca de mis brazos maniatados.

Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por el sueño.

Gerardo Diego, Antología de sus versos 1918-1983, Espasa Calpe

sábado, 24 de enero de 2009

Jean Vigo - Zéro de conduite



Cero en conducta (1933), Jean Vigo

Eugénio de Andrade






ROMA

Era en verano al caer la tarde,
como Adriano o Virgilio o Marco Aurelio
entraba en Roma por la Via Apia
y por Antinoo y todo el amor de la tierra
juro que vi la luz hacerse piedra.


ROMA

Era no verao ao fim da tarde,
como Adriano ou Virgílio ou Marco Aurélio
entrava em Roma pela Via Ápia
e por Antínoo e todo o amor da terra
juro que vi a luz tornar-se pedra.


Eugénio de Andrade, Todo el oro del día
Traducción de Ángel Campos Pámpano, Pre-Textos

Michel de Montaigne - Ensayos






Las dificultades con que tropiezo cuando leo las dejo a un lado, no me muerdo las uñas resolviéndolas cuando he insistido una o dos veces.
Si me detengo, me pierdo y desaprovecho el tiempo inútilmente, pues mi espíritu es de tal índole que lo que no ve en principio se lo explica menos obstinándose. Soy incapaz de hacer nada mal por mí ni que suponga un esfuerzo; la continuación de una misma tarea, lo mismo que el recogimiento excesivo, aturden mi juicio, lo entristecen y lo cansan; mi vista se trastorna y se disipa, de suerte que tengo que apartarla y volverla a fijar repetidas veces, de la misma manera que para advertir el brillo de la escarlata se nos recomienda pasar la mirada por encima de diversas direcciones e insistentes veces.
Cuando un libro me aburre, busco otro, y sólo me consagro a la lectura cuando el fastidio que me domina si no hago nada comienza a invadirme. Apenas leo los nuevos porque los antiguos me parecen más sólidos y sustanciosos; ni los escritos en lengua griega, porque mi espíritu no puede sacar partido del pobre conocimiento de mi griego.

Michel de Montaigne, Ensayos
EDAF, traducción de Enrique Azcoaga

domingo, 18 de enero de 2009

Gun crazy



Gun Crazy (1949), Joseph H. Lewis

Six feet under (Final)



Six feet under (A dos metros bajo tierra), Alan Ball

René Char






Dans nos ténèbres, il n'y a pas une place pour la Beauté.
Toute la place est pour la Beauté.


En nuestras tinieblas no hay sitio para la belleza. Todo
el sitio es para la Belleza.


René Char, Hojas de hipnos, en Furor y misterio
Traducción de Jorge Riechmann, Visor

Ilahn Berk






VI

El agua se extiende. El azafate de un pescador en Balat.
La Fuente del Imperial Guarda el Sello Ahmet Pasha.
Un vapor de ruedas de la Tercera República
que sólo va a Fener, a Kasimpasha, a Eyüp, y sus cincuenta
acciones fueron compradas por la reina madre.
Y sus mozos son de Karahisar. Y sus manos y ojos están siempre

en el agua.

Y su gobernalle tiene una inclinación de quince grados.
Éste es el motivo por el que ves el vientre de las gaviotas.
Éste es el motivo por el que una muchacha se sienta inclinada por las mañanas.
Éste es el motivo por el que ella está en cierto modo picada de viruelas.

Un faisán se abre, está a punto de abrir las alas. Y una parte de mi rostro
está muy amarilla, mucho rato. Porque estoy pensando en largos viajes.

El esbelto hueso de un poema

en alguna playa.

Ilhan Berk, en Poemas
Traducción de Clara Janés y Lütfü Tokatlioglio, Visor

sábado, 10 de enero de 2009

Edgar A. Poe






UN ENIGMA


"Raras veces encontramos -dice Salomón Don Duce-,
la mitad de una idea en el más profundo soneto.
A través de todas las endebles cosas que vemos de una vez
tan fácilmente como a través de un sombrero de Nápoles,
¡basura de basura!, ¿cómo puede una señora ponérselo?,
todavía más pesado que las cosas de Petrarca,
sin sentido como la pelusa de un búho que el más débil soplo,
gira dentro de papel de seda mientras se lee."
Y, en verdad, Salomón acierta.
Las jarreteras de los generales son insignificantes
burbujas efímeras y tan transparentes.
Pero esto es, ahora -puedes confiar en ello-
estable, opaco, inmortal: todo a fuerza
de los queridos nombres que yacen escondidos en su seno.

Edgar A. Poe, Poesía completa
Traducción de Arturo Sánchez, Ediciones 29

AN ENIGMA


"Seldom we find," says Salomon Don Dunce,
"Half an idea in the profoundest sonnet.
Through all the flimsy things we see at once
As easily as through a Naples bonnet-
Trash of all trash!- how can a lady don it?
Yet heavier far than your Petrardchan stuff-
Owl-downy nonsense that the fainstest puff
Twirls into trunk-paper the while you con it."
And, veritably, Sol is right enoung.
Tge general tuckermanities are arrant
Bubbles-ephemeral and so transparent-
But this is, now, -you may depend upon it-
Stable, opaque, inmortal-all by dint
Of the dear names that lie concealed within 't.

W. Shakespeare - Sonetos






Tiempo, no has de jactarte de mis cambios:
alzas con nuevo brío tus pirámides
y no son para mí nuevas ni extrañas
sino aspectos de formas anteriores.

Por ser corta la vida, nos sorprende
lo antiguo que reiteras y que impones,
cual si fuera lo nuevo que deseamos
y si no conociéramos su historia.

Os desafío a ti y a tus anales;
no me asombran pasado ni presente,
pues tus anales y lo visto engañan
al transformarse mientras te apresuras.

Por mí, te juro que he de ser constante
a pesar de tu hoz y de ti mismo.

William Shakespeare, Sonetos
Traducción de Manuel Mujica Láinez

No, Time, thout shalt not boast that I do change:
Thy pyramids built up with newer might
To me are nothing novel, nothing strange;
They are but dressings if a former sight.

Our dates are brief, and therefore we admire
What thou dost foist upon us that is old,
And rather make them born to our desire
Thant think that we before have heard them told.

Thy registers and thee I both defy,
Not wondering at the present nor the past,
For thy records and what we see doth lie,
Made more or less by thy continual haste.

This I do vow, and this shall ever be,
I will be true, despite thy scythe and thee.

María Victoria Atencia






ROSA


En el joyero de Tiffany's se marchita una joven
rosa de Jericó.
Sólo al costado mismo de la muerte comienzan
su plenitud las rosas
tras la ruptura última del quicio de la sed.

María Victoria Atencia, en Ex libris, Visor

jueves, 1 de enero de 2009

Joseph Brodsky






Intervención en la Sorbona


Conviene, en todo caso, estudiar filosofía
después de los cincuenta. Y más, si cabe, edificar
modelos de una sociedad. Antes debemos
aprender a cocinar un caldo y a freír, no digo ya pescar,
pescado, hacer un café como es debido.
De lo contrario, las leyes éticas
huelen a cinturón paterno o bien a traducción
del alemán. Hay que aprender primero
a perder las cosas, más que a adquirirlas,
odiarse más que a un tirano,
apartar años enteros la mitad de tu exigua paga
para la habitación, y luego razonar
sobre la victoria final de la justicia. Que llega siempre
con retraso, por lo menos al cabo de un cuarto de siglo.

Conviene estudiar la obra de un filósofo por el tamiz
de la experiencia, con gafas (que de hecho es lo mismo),
cuando las letras se derriten, o cuando una señora
en cueros sobre una sábana arrugada de nuevo
os parece una foto o la reproducción
del cuadro de un pintor. El verdadero amor
a la sabiduría no pide ser correspondido
y desemboca no en boda
a modo de ladrillo editado en Göttingen,
sino en una impasible actitud hacia uno mismo,
en el color de la vergüenza, a veces, en una elegía.
(Suena el tranvía en algún lugar, los ojos se te pegan,
regresan entre coplas los soldados del burdel,
llueve - y es lo único que os recuerda a Hegel.)

La verdad es que la verdad
no existe. Mas ello no os libra
de toda responsabilidad, sino justo al revés:
la ética no es más que el mismo vacío que llena,
constantemente casi, la conducta humana;
no es más, si les parece, que el propio cosmos.
Los dioses no aman la bondad por su cara bonita,
Así que, a su vez, también los dioses llenan el vacío.
Y con afán tal vez aún más sistemático
que el nuestro, pues con nosotros más vale
no contar. Aunque somos muchos más
de lo que nunca fuimos, y no estamos en Grecia:
nos pierden las nubes bajas, y la lluvia, como ya se ha dicho.

Hay que estudiar filosofía cuando ésta
no os hace falta. Cuando adivináis ya
que los asientos de vuestro comedor y la Vía Láctea
están relacionados de modo más estrecho
que los efectos y las causas, más que vosotros mismos
con vuestros familiares. Que sillas y estrellas
tienen en común su cualidad de insensibles, su inhumanidad.
¡Y esto es algo que une con más fuerza que la propia sangre,
y que cópula alguna! Naturalmente, no es bueno
pretender asemejarse a las cosas. Pero, por otra parte,
cuando enfermáis no tenéis por qué curaros, tampoco temblar
por cómo o veáis. Esto es lo que la gente sabe
después de los cincuenta. Y es la razón por la que,
al verse en el espejo, mezcla metafísica y estética.

Marzo de 1989

Joseph Brodsky, en No vendrá el diluvio tras nosotros
Traducción: Ricardo San Vicente, Galaxia Gutenberg

Josep Pla

Cesare Pavese







31 de marzo

La sabiduría del destino es en el fondo la misma nuestra. Porque nosotros la acompañamos con una incesante conciencia de lo que realidad de verdad se nos concede que hagamos. Por muchas tentaciones que tengamos, no nos equivocamos nunca. Actuamos siempre en el sentido del destino. Las dos cosas son una sola.

Quien se equivoca es quien no entiende todavía su destino. Es decir, no entiende cuál es la resultante de todo su pasado, que le indica el porvenir. Pero lo entienda o no, se lo indica lo mismo. Cada vida es lo que debía ser.

Cesare Pavese, El oficio de vivir
Traducción: Angel Crespo, Seix Barral