La televisión, a veces, puede ser educativa. Puede ofrecer lecciones que valen para todos, y muy especialmente para los niños. ¿Qué deberían aprender los chavales? Pues lo mismo que deberíamos aprender los mayores. Que el trabajo tiene mucho que ver con la dignidad, por ejemplo, y que el trabajo nunca es inútil. Y que la prepotencia, en cambio, no es digna y no lleva a ninguna parte. Los niños acabarán aprendiendo, casi siempre por las malas, que los fuertes suelen ganar y los débiles suelen perder. Convendría que tuvieran muy claro, sin embargo, que en algunas ocasiones no es así, y que la historia no está predeterminada, y que el cinismo disminuye el dolor, pero incapacita para el placer.
Otra lección apropiada tiene que ver con la autoestima. Hay que ser valiente, hay que mirar de frente al peligro. Hay que saber que siempre hay alguien más listo o más poderoso, pero no hay nadie superior a nadie. Hay que recordar que las jerarquías son simples convenciones sociales. Hay que tener muy presente que por mal que esté uno no deja de merecer el amor de los suyos. Y que el desprecio que pueda recibir de otros es eso, algo de otros, y no vale la pena perder el tiempo con los asuntos ajenos. Algo más, muy importante: la honradez vale más, muchísimo más, que el dinero.
El martes hubo una emisión televisiva que transmitía todos estos valores, y alguno más. Fue el partido Alcorcón-Real Madrid. Incluso los seguidores madridistas comprenden, supongo, que fue un partido hermoso, de los que se recuerdan de por vida. Esos 90 minutos contuvieron lecciones de gran nivel moral, expuestas de la forma más amena. Nadie debería sentirse humillado por lo que ocurrió: el Real Madrid, al fin y al cabo, colaboró en una buena causa. Su derrota ante el Milan fue abyecta. Su derrota ante el Alcorcón fue algo distinto: contribuyó a mejorar la vida de todos, porque es bueno que los poderosos pierdan alguna vez, y es muy bueno que los débiles disfruten alguna vez de un éxito redondo, sonoro, merecido.
El Alcorcón-Real Madrid fue el mejor programa educativo de la temporada. Por desgracia, se emitió fuera del horario infantil.
Enric González, El País, 30-10-2009