sábado, 25 de octubre de 2008
Franz Schubert - Rubinstein - Impromptu nº 4
Franz Schubert, Impromptu nº4, A. Rubinstein (piano)
Oscuridad del sábado - Ilhan Berk
ARMA VIRUMQUE CANO
(Virgilio)
I
OSCURIDAD DEL SÁBADO
Caminaremos durante un milenio
Saldremos primero a una calle
Un genovés me traerá noticias tuyas
Te esperaré completamente desnudo
Pueden vernos desde Santa Sofía
No hay nadie que no nos vea
La oscuridad del sábado
Mira fijamente la iglesia polaca
Hemos esperado durante un milenio
Por primera vez estamos juntos en un poema
Dejando sus prendas a la noche
Correrán con nuestras noticias al sultán Mehmet
No puedo decir espero poder verte de nuevo
Pues nunca más podríamos volver a vernos.
Ilhan Berk, Poemas
Traducción de Clara Janés y Lütfü Tokatliogliu
Visor
Antonio Machado
Con el sol que luce
más allá del tiempo
(¿quién ve la corona
de Macbeth sangriento?),
los encantadores
del buen caballero
bruñen los mohosos
harapos de hierro.
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CCXLI
Estos días azules y este sol de la infancia.
Antonio Machado, Poesías de la guerra
Poesías completas, Espasa-Calpe
Bajo el volcán
"Pero óyeme, diablos, no todo es oscuridad", parecía contestarle el cónsul con amabilidad, mientras sacaba la pipa a medio llenar y con la máxima dificultad la encendía, en tanto que ella seguía con la mirada la de él que erraba por el bar sin encontrar los ojos del camarero, el cual, grave y al parecer ocupado, se eclipsaba en la oscuridad, "no me comprendes si crees que todo lo que veo es oscuridad; y si continúas creyéndolo, ¿cómo puedo decirte por que lo hago? Pero si miras ese rayo de sol allá, ¡ah!, quizá tengas la respuesta. Anda, mira cómo entra por la ventana: ¿hay algo más bello que pueda compararse a una 'cantina' por la mañana temprano? ¿Tus volcanes de fuera? ¿Tus estrellas?... ¿Ras Algethi? ¿Antares incontenible en el sur sudeste? Lo lamento pero no. No es tanto la belleza de ésta necesariamente, la cual, en retrogradación de mi parte, acaso no sea propiamente una 'cantina', pero piensa en todas aquellas atroces 'cantinas' en las que enloquece la gente y que pronto estarán bajando sus persianas, porque ni las mismas puertas del cielo abriéndose de para en para para recibirme podrían llenarme de un gozo celestial tan complejo y desesperanzado como el que me produce la persiana metálica que se arrolla con estruendo, como el que me producen las puertas de persianas sin candado que baten para admitir a aquéllos cuyas almas se estremecen con las bebidas que llevan con mano trémula hasta sus labios. Todos los misterios, todas las esperanzas, todos los desengaños, sí, todos los desastres están aquí, detrás de esas puertas batientes. Y, a propósito, ¿ves aquella anciana de Tarasco sentada en el rincón? Antes no podías, pero ¿la ves ahora?", preguntaban los ojos del cónsul mientras recorrían en torno suyo con el brillo pasmado y perdido de un enamorado, ese amor le preguntó "¿cómo esperas comprender, a menos que bebas como yo, la hermosura de una anciana de Tarasco que juega al dominó a las siete de la mañana?"
Malcolm Lowry, Bajo el volcán
Traducción de Raúl Ortiz y Ortiz
Tusquets Editores
domingo, 19 de octubre de 2008
Elegía sumeria
INTRODUCCION
Todos los pasos tienen la forma del pasado,
la forma de las formas donde todo se muere
cayendo en su recinto de plata desbordada,
elegida en el borde de las sombras azules.
Debajo de los días de mis contestaciones
a todas las murallas que la noche reparte
en torno a mi tristeza de roto alucinado
donde el sol no golpea con sus labios en flor.
Debajo de esas causas de elemento remoto:
de esos pasos perdidos que mis manos soportan,
escribo dulcemente con el rostro vertido
hacia la extensa tierra que se eleva ante mí.
Es una tierra lenta de rosas muy oscuras,
una tierra de nombres y puñados de vidrio,
una tierra de grana con estaño incendiario,
una tierra de paja con trenzas de aceite.
Todos sus movimientos me consultan ardiendo,
todas sus invasiones se me acercan de pronto;
cuando de mi agonía resurjo hacia las calles
y paso por mis sangres escucho sus lamentos.
Voy a estar concordando las cuerdas de esa luz
que el aire petrifica rondándome los ojos.
Voy a poner sus arpas encima de mi mesa
donde escribo despacio su forma desgraciada.
Son rediles de polvo mezclado con topacios,
pescados hacinados sobre la cal deshecha
son hombros de jacintos y caderas de sábana
donde todo amontona su rumor de maderos.
Todos los pasos tienen la forma del pasado;
de un pasado sin boca para besar la orilla
de otra existencia hermosa que nunca se ha tenido
a pesar de las fiestas del corazón en llamas.
Entonces a lo largo de mi paciencia nacen
las tibias caravanas de las blancas cisternas,
los amores redondos de los pozos ocultos,
las banderas inscritas en le mármol salvaje.
Miro con mis recuerdos la zona de ese campo
en el que un gran sollozo persiste de rodillas.
Desde la tarde o noche donde un árbol violeta
esparce su mirada, también contemplo el tiempo.
Miro su vestidura de brillo y crisantemos,
su peligrosa fuerza de ventana cortada,
su pensamiento vivo creciendo con las zarzas
entre las alabanzas de los cánticos solos.
Debajo de esas causas de elemento perdido
hay una tierra suave que palpita ante mí.
Es una tierra echada sobre su propio vientre
lleno de estrellas negras y de voces lejanas.
Cuando todo lo mío se muere y despedaza
partido por el ansia de lo que me traiciona,
del crimen cometido por mí contra mis cielos
yo miro ese terreno de temblor y ternura.
Escribo para oírme vivir sobre sus tersas
orillas renacidas en un sarcófago rojo.
De sus sonidos de oro tomo mis instrumentos
hechos de siemprevivas y cabellos heridos.
Todos los pasos tienen la forma del pasado
donde todo se ahonda cayendo hacia el amor,
que es la perfecta nada de todo lo que canta
con la mirada aguda que el diamante describe.
Ya sé que me repito como un muerto que avanza
desde sus pobres ropas deshechas y en la sombra,
hacia la caja enorme donde el mundo le estrecha
para guardar la esencia de su ser miserable.
No me importa la gloria que grita en las paredes
con garfios de tormento la aurora de los días.
No obstante, reconozco la causa de mi origen
atado a la salmodia de los nombres que crujen.
Debo cantar las ansias de la roca extasiada,
las ansias de los peces que lloran su océano,
las ansias de los signos escritos con zafiros
en las llagas inmensas de las naciones secas.
No me importa la gloria, pero adoro mi voz;
mi voz hecha de torres y relámpagos negros
mi voz de combatiente por una guerra antigua,
mi voz de sacerdote con ojos de jaguar.
Es donde mi tristeza se transforma en países,
en lo que todo estalla en floras de riquezas,
en las que me sumerjo con las venas abiertas
para llenar mi espalda de tatuajes eternos.
Juan-Eduardo Cirlot, de Elegía sumeria
En Obra poética, Cátedra
sábado, 11 de octubre de 2008
Ada Salas
Lugar de carencia
pura
desposesión. Sea vano mi nombre
vano
este empeño furioso por ser río
y no breve humedad
bajo la piedra.
Ada Salas, de Lugar de la derrota
José-Miguel Ullán
IDEOGRAMA
Quien mis cadenas más estrecha y cierra
es la memoria mía y la pureza.
FRAY LUIS DE LEÓN
Mero ahorro, Señor, hubiera sido
hacernos todo
                    desmemoria
y sexo.
José-Miguel Ullán, de Razón de nadie
sábado, 4 de octubre de 2008
Alexander Sokurov - Madre e hijo
Alexander Sokurov, Madre e hijo (1997)
Wallace Stevens
Caída del aviador
Este hombre escapó a los sucios hados,
Sabiendo que murió, como murió, noblemente.
Oscuridad y nada del humano trasmundo,
Recibidlo, acogedlo en las profundidaes del espacio,
Profundum, trueno físico, dimensió en la que
Creemos sin creer, más allá de la fe.
Flyer's Fall
This man escaped the dirty fates,
Knowing that he died nobly, as he died.
Darkness, nothingness of human after-death,
Receive and kepp him in the deepnesses of space-
Profundum, physical thunder, dimension in wich
We believe without belief, beyond belief.
Wallace Stevens, en De la simple existencia
Traducción de Andrés Sánchez Robayna
Eloy Sánchez Rosillo - El abismo
Hay en este ir dejando que transcurra
la vida sin dar fruto, en esta voluntaria
renuncia a hacer en la que tantas veces
me mantengo y que no tiene, en mi caso,
ninguna relación con la pereza,
ni con el yermo escepticismo, ni
con esa sequedad del corazón que a muchos,
a mi edad, para siempre les niega la palabra,
hay en este abstenerse deliberado, acaso,
no sé, como un extraño amor por el peligro,
como un oscuro afán irreprimible
de tentar a la suerte andando por el borde
de un abismo espantoso. En ocasiones, pasan
largos meses enteros en los que nada escribo,
en que me opongo inexplicablemente
a cumplir el deber que justifica
mi existir. Y me digo: "Hace ya muchos años
que dejé de ser joven; va acortándose el tiempo
del que tal vez disponga para llevar a cabo
la labor pendiente: los poema
que porfían y aspiran al aire y a la luz
y que sin forma habitan en las sombras
de mi silencio. No hay mayor tristeza
que la de aquello que queriendo alzarse
no crece y se transforma en flor, en vida
que se afirma y que canta". Sin embargo, persisto
en la inactividad, mirando, absorto,
lleno de culpa y de desasosiego,
al fondo del abismo: la nada que desdice
mis viejas ilusiones, la fe que me sostuvo,
mi voluntad de ser frente a la muerte.
Eloy Sánchez Rosillo, de La vida