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Allá los dioses todavía acostumbran respetar el pacto que los une a la tierra.Desdichado el hombre impulsivo, interesado o cruel que no pudo resistir la tentación de matar una criatura del bosque. Cuando el animal es aniquilado, los dioses piadosos le conceden el don del habla a los suyos a fin de que puedan acusar al asesino y sostener la acusación durante el juicio.Por cierto, el cazador no escapará fácilmente -pues cada animal tiene una familia numerosa y todos hablarán.Tras el juicio, los animales pierden el habla y se dispesan con sencillez.Henri Michaux, Antología poética 1927-1986, Adriana Hidalgo editoraTrad. Silvio Mattoni
1 comentario:
bello.
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