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Yo conozco el envés de los metales
la frente que aprieta las monedas
para dañar el dolor. Ahora
no sirve ya ningún giro.
Ininterrumpida la ceniza queda
en las muñecas deja intacta las espinas
las seis bayas invernales.
Donde yo no llego es quietud
la hierba que adensa su sien rayada.
Abajo todo sigue
en el suelo recomienza
la caza nocturna
el estallido de los pájaros
su cabeza partida, el espejo movido deprisa.
La captura.
Io conosco il rovescio dei metalli
la fronte che preme le monete
per colpire il dolore. Ora
non serve più nessun giro.
Ininterrotta la cenere resta
sui polsi lascia intatte le spine
le seis bacche invernali.
Dove io non arrivo è quiete
l'erba che addensa la sua tempia rigata.
In basso tutto continua
sul pavimento ricomincia
la caccia notturna
lo schianto degli uccelli
la loro testa divisa lo specchio mosso in fretta.
La cattura.
Antonella Anedda, de Residencias invernales, trad. Emilio Coco, Igitur, 2005
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