Ïbamos, en la tarde,
bajo las nubes grises.
(Tú tocabas el límite.)
Íbamos en silencio
contemplando las piedras
alzadas de la tierra.
El húmedo rumor.
(Se escuchaba el magnolio
suave en el aire solo.)
En el lugar vacío,
rompiendo el aire, dije:
Dime, señor del límite.
Andrés Sánchez Robayana, La sombra y la apariencia, Tusquets Editores, 2010
Henri Michaux - A las puertas de la ciudad
Hace 16 horas
4 comentarios:
Me parecen cuatro haikus, delicados y sobrios; el tercero tiene fulgor y aroma, exquisito.
abrazos, Durandarte
anamaría
PS:(en voz baja) Disculpa la ignorancia, pero ¿por qué pones el nombre del museo de Chillida?
Es el título del poema. Quizá también el lugar evocado por el mismo: misterios de la escritura y su germinación.
La maravillosa estrofa final me recuerda, ineludiblemente, uno de mis versos favoritos de siempre: "O Lords of Limit, training dark and light". (W.H. Auden)
Gracias por tu atención susurrante, anamaría
...No sé por qué me causó tanta extrañeza, sabiendo que siempre colocas el nombre del poema:misterios de una lectora distraída. Tal vez un choque entre la levedad del poema y la contundencia de un lugar.
De Auden he leído muy poco y en tu blog (voz bajísima). Me dejas con las ganas. ¿Algún día pondrás ese poema? una callada petición
Claro que podría. La entrada 600 (numerología oscura) será para Auden.
Saludos
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