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Rebobina mi vida hacia atrás
y aún más atrás:
voy ebrio a través del jardín,
otoño, caen las hojas.
Y yo andando: la estatua de la chica del remo
a mi izquierda, y la del peso
a mi derecha, se detuvo el tiempo y persiste,
mientras, el follaje vuela.
Todas las atracciones cerradas,
no hay nadie alrededor,
sólo se oye, en la lejanía
un amigo-altavoz.
No hay quien diablos entienda qué canta,
lo que ha cantado siempre:
que el amor pasará, y pasará la vida,
que volarán los años.
En mi vejez más tardía
regresaré algún día,
miraré hacia el cielo, y luego
andaré entre la hojarasca.
Que el amor pasará, y pasará la vida,
entonaré lánguido,
no me acordaré de nadie, viejo diablo,
al borde del abismo.
Borís Ryzhi, La hora de Rusia. Poesía contemporánea, Maria Ignátieva, Visor.
2 comentarios:
Conmovedor poema, con una madurez y una nostalgia que no pareciera corresponder a un poeta tan joven Gracias por traerlo
Abrazos
El poema debería bastar; sin embargo, difícil sustraerse al diálogo de su biografía con los versos finales.
Abrazos.
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