skip to main |
skip to sidebar
Bajan las bicicletas a la playa
los muchachos desnudos galopan
sobre la firme arena húmeda. Corren
hacia la oscuridad, La Cícer (aire
que huele a leña quemada ahora), corren
hacia la noche. Cierro la ventana
lentamente en el día de oro. Huelo
la hoguera dentro. Pasa el tiempo,
el sol, la tea deslumbrante. Quedo
en el silencio, en el mar todavía.
Debo ajustar ahora, entre tinieblas
lo que me queda por vivir. Ajusto
lo que se ve a lo que no se ve. Tea
quemada ya, humo del sueño, un hombre
viejo que galopa desnudo sobre
la firme arena de la playa líquida
hacia la oscuridad, el aire
florece: pisa el agua.
Manuel Padorno, La palabra iluminada, Cátedra, 2011
2 comentarios:
Poema de iluminada belleza, precisamente. Me he quedado danzando en algunas frases-versos húmedos con olor a tea quemada: "ajusto lo que se ve a lo que no se ve".
Hacia la oscuridad...
Abrazo de playa líquida
Reparas en la magnética frase. Alrededor de ese ajuste gira todo el poema y su memoria.
Abrazo en el aire.
Publicar un comentario