sábado, 26 de enero de 2008
Andrés Sánchez Robayna - El nombre de Virgilio
El nombre de Virgilio
En los muros, las páginas del tiempo,
vuelve a escribir el nombre de Virgilio.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
El polvo llega hasta tus ojos ciegos.
Los latidos del mar son tus latidos.
En este mismo instante silencioso
las muchachas conversan en el atrio,
corren alegres entre las columnas.
Desparecen en un parpadeo.
Viste alzarse el tobillo en la carrera,
desprenderse la túnica amarilla
en medio del calor (la tarde gira
sobre sí misma en aquel cuarto en sombras),
la mentira y la muerte en la sonrisa
del senador, la amarillez del cínico,
la hoja vibrátil en la luz de agosto,
las formas monstruosas de las nubes
antes de la traición, la garza, el chopo
ligero de la mañana de noviembre,
y otra vez aquel cuerpo que brillaba
entre las olas imperecederas,
el sol de nuevo sobre las colinas,
el tiempo del horror y de la sangre.
Dijiste: el polvo reina, el polvo sobre
el reino del amor y la ceniza.
Cruzan cigarras pero ya tus ojos
se van tras los racimos transparentes,
tras la viña tomada por el polvo,
el oro, el sol que brilla entre los siglos.
Todo tiempo es un tiempo de terror
y de esplendor. Los signos en el muro
dicen el nombre de Virgilio. El tiempo
se ha detenido para ver su obra.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Abre los ojos. Ya no existe el nombre
que escribiste con mano temblorosa.
Sobre tu sueño nada sabes. Sólo
el sol, el tiempo, el nombre de Virgilio.
Andrés Sánchez Robayna, de Poemas
Etiquetas:
poesía,
Sánchez Robayna Andrés
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