jueves, 10 de enero de 2008

Stefan George





El canto escucha los fuegos.
En la rodilla reposa mi rostro,
gozando temeroso tu calor.

Su rojo audaz y llameante
ahora vedará tu vecindad.
Soy en el cielo esclavo del dolor.

Mano piadosa en mis cabellos,
única recompensa. Volveré
a ser esclavo de tu fiero orgullo.

¿Cómo los fieles que en la aurora
contemplan detenidos en el ángelus
una virgen ebúrnea y hermosísima?

Stefan George, de Peregrinajes


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