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La cabeza vendada de Guillaume Apollinarieinventa un poema.Olvidados del cuerpote seguíamos, destino.Y la espina en la planta del pieno la sentíamos. El callo en la palma de la manoformaba parte de ella como un sexto dedo, y sin élno era nuestra.Así se enrosca el cuerpo,se adapta. Como una herraduranos doblan a medidade lo inaprensible.Y nosotros lo pedimos.August Renoirse amarra al pincel:un instante más, Señor,átanos aunque sea a la coladel caballo de Troya.Milan Rúfus, de Campanas, trad. Alejandro Hermida, La Poesía, señor hidalgo
2 comentarios:
Asirse, amarrarse al pincel, a la cola del caballo de Troya,..al poema, son quizás ese clavo ardiente, Durandarte, el asido que se desasiera, qué será de él??...
Gracias por este autor que no es la primera vez que posteas, y ante el que es difícil no pararse en seco
Salud Os
k
Obra en curso como destino. Sí, el clavo-cola al que se la ha de entregar todo. ¿Quién está preparado?
Saludos, Karmen.
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