domingo, 20 de junio de 2010

Antonio Lucas - El último horizonte







No nace de la luz este cuerpo. No tiene su invierno en la muerte. No hace surco al andar. No lo conoces. En él no hay trance ni fractura, tan sólo una edad que era mi edad inflamando el aire, o esa percusión sanguínea de lo desposeído, o ese paisaje extremado cuando el amor se pone en pie como un metal irremediable. Debajo de la noche asedia una simiente oscura y allí nos reunimos, en los pueblos sumergidos de la sangre, en las plazas del destierro y del azufre, en los varales del frío, a la orilla de un fuego que se encalma pues de origen ya perdió la eternidad y sólo se presiente puro esmalte de cenizas. Es el otro la de la Estigia y en ella entras junto al cuerpo aquel que fuiste, cayendo el tiempo todo sin palabras. Hermoso el pífano de llanto que os recibe bajo el hambre de los siglos. Escupid ahora el cobre de las bocas, que el cáncer de la usura llega (sobre todo) al último extravío. Tomad de alma la niebla. Despojaos del corazón. Sois una larga madrugada sin hechizo, barro mudo y acordes de temblor. De qué sirve la vida si no es para abonar este camino volcado como el sueño hacia la gloria del abismo.

Antonio Lucas, Los mundos contrarios, Visor

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah, también, Antonio Lucas. Tiene cierto aire de esos dos poetas que nos comparten, ¿no le parece?
Un saludo, doc

Durandarte dijo...

El exuberante Lucas podría tener cierta vecindad con ellos.
No había caído en la posibilidad de ser usufructo de ellos. Tendríamos que preguntar a Pancho.

Saludos, lisensiada.