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El tiempo ha pasado sobre los restos del campamento
entre al-Lakin y al-Harmal.
Me detuve en su recinto, perplejo, interrogando a las moradas
como hacen los que no han olvidado.
Abandonadas por sus habitantes,
con ellas han jugado las lluvias y los vientos destructores
y en los rincones ennegrecidos ha crecido la yerba.
¿Son tus lágrimas las que resbalan sobre el palanquín
o es el llanto de una paloma en la enramada?
Ella se precipitó al hacerme meter la muerte
como si la muerte pudiera no alcanzarme.
Y le contesté: la muerte es una aguada
en la que acabaremos todos por beber.
Guarda tu temor. No te diré que no,
pero debes saber que soy un hombre
que morirá si un día no le matan.
Antara (525-615), de La poesía árabe clásica, trad. Josefina Veglison Elías de Molins, Hiperión,1997
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