Alma, yo te aprendo,
cada vez que llega
un muerto nuevo
a fundirse con la esencia
de aquel hombre
-también ciego y no mortal
que conmigo sobrevive.
Pero remo todavía
por las vetas
de la playa silenciosa
y ayudo al viento
a robar más soma por Oriente.
Juntos confiscamos
individuos a mi especie
para reír y jugar felices
a creerlos inmortales.
Miguel Veyrat, en http://bib.cervantesvirtual.com/bib_autor/miguelveyrat/
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