viernes, 26 de febrero de 2010

In the mood for love - Wong Kar-Wai



Wong Kar-Wai, In the mood for love (Deseando amar), 2000

Peire Vidal - Había dejado de cantar - Razó






Peire Vidal se apenó mucho y se entregó a gran tristeza por la muerte del buen conde Raimon de Tolosa. Y se vistió de negro y cortó las colas y las orejas a todos sus caballos, y a sí mismo y a todos sus servidores hizo afeitar los cabellos de la cabeza, pero no se hicieron cortar las barbas ni las uñas. Mucho tiempo fue a guisa de hombre loco y doliente(...) Y él amaba a la Loba de Puegnautier y a mi señora Estefanía, que era de Cerdaña (...) La Loba era de Carcasés, y Peire Vidal se hacía llamar Lobo por ella y llevaba armas de lobo. Y en la montaña de Cabaret se hizo perseguir por los pastores con los mastines y con los lebreles, como se hace con el lobo. Y se vistió una piel de lobo para dar a entender a los pastores y a los perros que él era lobo(...)

Peire Vidal, de La poesía de los trovadores, Martín de Riquer e Isabel de Riquer, Es
pasa

sábado, 20 de febrero de 2010

Ibn al-Rumi - Coincidencia






Mi ojo, cuando miras, es el talón de Aquiles de tu ojo
y tu mirada es la flecha mortal.
Lo asombroso es que signifique lo mismo
en ti flecha y en mí talón.

Ibn al-Rumi, de La poesía árabe clásica, Hiperión
Trad. Josefina Veglison Elías de Molins

Henri Michaux - Costumbres de los dioses







Allá los dioses todavía acostumbran respetar el pacto que los une a la tierra.
Desdichado el hombre impulsivo, interesado o cruel que no pudo resistir la tentación de matar una criatura del bosque.
Cuando el animal es aniquilado, los dioses piadosos le conceden el don del habla a los suyos a fin de que puedan acusar al asesino y sostener la acusación durante el juicio.
Por cierto, el cazador no escapará fácilmente -pues cada animal tiene una familia numerosa y todos hablarán.
Tras el juicio, los animales pierden el habla y se dispesan con sencillez.

Henri Michaux, Antología poética 1927-1986, Adriana Hidalgo editora
Trad. Silvio Mattoni

sábado, 13 de febrero de 2010

Henri Michaux







Los funerales tendrían que ser en los pantanos. Parece justo que los vivos que acompañan al muerto también lo pasen mal.


Henri Michaux, citado en La casa roja, Juan Carlos Mestre

Gregory Corso - Uccello






Ellos nunca morirán en ese campo de batalla
ni las sombras de los lobos reclutarán sus tesoros como
novias del trigo en todos los horizontes esperando allí
para consumir el fin de la batalla
no habrá ningún muerto que ponga tensos sus vientres
flojos ningún montón de tiesos caballos en los que
enrojecer sus ojos brillantes o aumentar su comedura de muertos.
Antes vagarían enfurecidos y hambrientos con lenguas
dementes que creer que en ese campo ningún hombre pudo morir.

Nunca morirán aquellos que luchan tan abrazados
aliento con aliento, el ojo reconociendo al ojo, imposible
morir o moverse, ninguna luz se filtra, ningún brazo con maza,
nada más que un caballo resoplando contra otro, escudo
brillante sobre escudo, todos iluminados
por el afilado rayo de un ojo bajo un yelmo.
¡Y aquellos pendones! Lo bastante airados para echar a volar
sus insignias de una parte a otra del cielo que han borrado.
Podría imaginarse que pintó sus ejércitos junto a los ríos
más fríos que tenías filas de calaveras de acero brillando en la oscuridad.
Pensarías que es imposible que un hombre muera
la boca de cada combatiente es un castillo de canción
cada puño de acero un gong soñador, golpe resonante,
golpe como gritos de oro
¡Cómo desearía participar en tal batalla!
Un hombre plateado en una caballo negro con un estandarte rojo
y una lanza listada, nunca morir sino ser eterno
un príncipe dorado de una guerra pictórica.

Trad. Diego A. Manrique
http://loqasto.wordpress.com

viernes, 5 de febrero de 2010

El lenguaje kafkiano






En mí se puede reconocer muy bien una concentración hacia el escribir. Cuando quedó claro en mi organismo que el escribir era la dirección de mayor entrega de mi ser, todo se agolpó hacia allá y dejó vacías todas las capacidades que se dirigían hacia los goces del sexo, del comer, del beber y de la meditación filosófica, de la música ante todo. Adelgacé en todas esas direcciones.

Franz Kafka, en Historia de la Literatura universal, Martín de Riquer y José María Valverde, Planeta