sábado, 28 de marzo de 2009

Luz silenciosa



Carlos Reygadas, Luz silenciosa (2007)

Tuomas Anhava






El alma está en todas partes de mí:
así cambia la eternidad de forma:
cuando recuerdo mi nombre, olvido.

Runoja 1961, 1961


Como menos, nunca he hecho un libro,
más nunca voy a decir.
Nadie puede desear su nacimiento,
después de eso lo demás son teorías.
El país de los puentes fluyentes.

Kuudes kirja, 1966


Tuomas Anhava, en Poesía Nórdica, Antología de Francisco J. Uriz
Ediciones de la Torre




Ovidio - Acteón






Mientras duda, le han visto los perros; Melampo y el ojeador
Icnóbates fueron los primeros en dar con sus ladridos
la señal, de Gnosos Icnóbates, de raza espartana Melampo.
En seguida se lanzan a la carrera otros más veloces que
la rápida brisa, Pánfago, Dorceo y Oríbaso, arcadios todos,
y el poderoso Nebrófono y el feroz Terón junto con Lélaps,
y Ptérelas, valioso para la carrera, y Agre para el rastreo,
y fogoso Hileo, poco antes herido por un jabalí,
y Nape, hija de un libo, y Pémenis, que antes perseguía
rebaños. y Harpía, acompañada de sus dos cachorros,
y Ladón de Sición con sus enjutos flancos,
y Drómade y Cánaque y Esticte y Tigre y Alce
Y Leucón de pelo blanco y Asbolo de pelo negro,
y el muy vigoroso Lacón, y Aelo, infatigable en la carrera,
y Too y la veloz Licisca con su hermano Ciprio,
y Hárpalo, adornado en mitad de su negra frente
con un lucero, y Menaleo y Lacne, la de peludo cuerpo,
y, nacidos de padre cretense pero madre laconia,
Labro y Agriodonte, e Hiláctor de agudo ladrido, y otros
que sería prolijo mencionar. Tal jauría, ávida de presa,
por rocas y peñascos, por riscos inaccesibles, por donde
el camino es arduo y por donde no existe camino, le acosa.
Huye él por parajes por donde muchas veces había dado caza,
huye -¡ay!- de sus propios monteros. Deseábales gritar:
"Soy yo, Acteón; reconoced a vuestro señor".

Ovidio, Metamorfosis, Libro III
Alianza Editorial

sábado, 21 de marzo de 2009

Häxan (La brujería a través de los tiempos)




Benjamin Christensen, Häxan (1922)

Ilhan Berk






III. NIKO MARGARIT EL AFILADOR


Me pregunta quién soy
Extraño es que lo haga, soy Niko Margarit el afilador
Afilar cuchillos es mi oficio
Cada santa noche de sábado sin nubes
Boris Nihas el del aceite, Ismail el vendedor de gambas
Un niño malo da vueltas arriba y abajo por Beyoglu.
Si las nubes se ponen a romper un cristal
Yo lo veo antes que nadie.
Si una mujer se desnuda en un poema
Soy quien se para delante de ella.
Afilar cuchillos es mi oficio
Todo el santo día frente al cielo.

Ilhan Berk, de Mar de Galilea
Traducción de Clara Janés y Çagla Soykan, ediciones del oriente y del mediterráneo

Francisco Pino






67 RA


mi Dios incomprensible, tengo miedo,
mucho miedo de Ti, mi Dios extraño
que haces el cáncer y la mariposa.

¿no serás Tú lo mismo que el poeta
que vive las palabras en su furia
como en la tuya, Dios, vives los seres?

sin verte muerto así como a Jesús
donde todo se amansa y las palabras
vuélvense a silencio, tengo miedo

de Ti, poeta absurdo, de Ti, Dios
sin madre, no cual Cristo que la tuvo
y nos sabe dormir con la canción

de cuna que su Madre le enseñó:
otra aurora vendrá, los ojos cierra,
otra aurora vendrá, vendrá otra auroRA...


Francisco Pino, en Siempre y nunca, Cátedra

sábado, 14 de marzo de 2009

Montparnasse 19



Jacques Becker, Montparnasse 19 (1958)

Inger Christensen






Si estoy de pie
sola en la nieve
es lógico
que yo sea un reloj

¿cómo iba si no la eternidad
a encontrar su camino?

Inger ChrisItensen, de Afinidades afectivas, Antología de poesía nórdica de Francisco J. Uriz
Golpe de Dados

José María Fonollosa






KENNAMORE STREET

Yo quiero que tú sufras lo que sufro:
aprenderé a rezar para lograrlo.

Yo quiero que te sientas tan inútil
como un vaso sin whisky entre las manos;
que sientas en el pecho el corazón
como si fuera el de otro y te doliese.

Yo quiero que te asomes a cada hora
como un preso aferrado a su ventana
y que sean las piedras de la calle
el único paisaje de tus ojos.

Yo deseo tu muerte donde estés.
Aprenderé a rezar para lograrlo.

José Marína Fonollosa, de Ciudad del hombre, New York
amediavoz.com

Carmina Burana - Cantos de Goliardo






1

¡Dejemos los estudios!
Es grato un vivir estrafalario.
Cojamos, mejor, el dulce fruto
de la tierna juventud.
Para los viejos queda
tratar las cosas serias;
para los jóvenes,
la burla y la alegría.
Veloz huye la edad
pasada en los estudios;
al placer nos invita
la tierna mocedad.

3

¡Imitemos a los dioses!
He aquí una sentencia oportuna.
Las redes del amor
acosan a los jóvenes.
¡Cedamos a nuestros deseos!
Ésa sí que es cosa de los númenes.
Invadamos las plazas
y los corros de las muchachas.
Veloz huye la edad
pasada en los estudios;
al placer nos invita
la tierna mocedad.


1

Omittamus studia,
dulce est desipere,
et carpamus dulcia
inventutis tenere!
Res est apta senectuti
seriis intendere,
res est apta inventuti
leta mente ludere.
velox etas preterit
studio detenta,
lascivire suggerit
tenera inventa.

3

Imitemur superos!
Digna est sententia,
et amoris teneros
iam venantur retia.
Mos est iste numinum.
Ad plateas descendamus
et choreas virginum!
Velox etas preterit
studio detenta,
lascivire suggerit
tenera inventa.

Carmina Burana (Cantos de Goliardo), Ediciones Altera

sábado, 7 de marzo de 2009

Pather Panchali (La canción del camino)



Satyajit Ray, Pather Panchali (1955)

Manuel Vilas (del poema SIDA)






II

Te he oído, hermana, dejar tus días en las paredes
de mi viejo corazón.
Pareces la nieta de Dostoievski,
sabia y corrompida por querer ser más sabia.
Seres suspendidos para siempre en un aire caliente.
Seres rotos,
seres que nacieron llenos de agujeros de bala,
de cuchillos,
de disparos contra la naturaleza,
lujurias de los árboles,
seres con cuentas canceladas
en inmundas sucursales bancarias del Tercer Mundo,
seres con pasaportes emitidos
por funcionarios fracasados y corrompidos
de sultanatos hediondos, de climas húmedos,
con tormentos diarios,
con ejecuciones diarias,
manos cortadas en todo tiempo,
seres incadescentes de todo mal.

Cómo me desesperas, tú, que pareces
la biznieta de Ana Karenina,
rodeada de huesudas velas
humeando en el vientre.
Vi tu pelo teñido, las manos de otros hombres
tocando tu pelo.
Fui tu marido. Fui tu padre. Fui tu hijo.
Fui tu suegro. Tu rey.
Tu amiga, tu hermana,
tu hija,
todos tus pecados,
tus crímenes y tus secretos,
tu decadencia,
tu carne y su dureza,
tu imperio y su triste egoísmo,
tu olor negro.
Fui tu hermética fragilidad.
Fui tu salvación
en el día del juicio,
después de la resurrección de la carne,
caídas a tus pies todas las mitologías.

Hace años que estoy loco,
hace años que sólo Dios sabe adónde me arroja,
por qué ha convertido mi corazón en esta sala con pasiones
carnales en que la carne dejó de ser carne
pero no se convirtió
en espíritu, en ala, en vela, en un poco de amor,
esta sala del infiel conocimiento.

Esta muerte real.

No nos dejarán morir como chicos y chicas nadando en los ríos.
Moriremos como perros envejecidos en mitad de la juventud.

Y nadie nos querrá,
prepárate porque ya estoy hablando solo.

Quedará todo por hacer, todo sin cumplir.
Me arrastraré por los hospitales y moriré de miedo,
yo, que soy un niño.

Como chicos y chicas nadando en los ríos,
con las biciletas apoyadas en los árboles.

Quisiera ser un árbol.

Tanta suerte.

Suerte es este beso que yo te doy.

Suerte fue bañarme en los mares, perdurará.

Nubes.

Manuel Vilas, de Calor, Visor


Edda Mayor - Los Dichos de Har (fragmento)






Sé que pendí nueve noches enteras
del árbol que mece el viento;
herido de lanza y a Odín ofrecido
–yo mismo ofrecido a mí mismo–
del árbol colgué del que nadie sabe
de cuáles raíces arranca.

Ni pan me tendieron ni copa alguna;
fijo en el hondo miré;
la runas alcé, las gané entre gritos;
caí a la tierra de nuevo.

Nueve conjuros del hijo de Bóltorn,
del padre del Bestla, aprendí,
y también he bebido el excelso hidromiel,
el que estaba en Odrórir.

Todo saber yo entonces logré,
de poder me llené y de gozo:
de palabra a palabra la palabra me fue,
de acción en acción la acción me llevó.

Averigua las runas y aprende de los signos,
las runas de mucha fuerza,
las runas del mucho poder,
que el tulr supremo tiñó
y los altos poderes hicieron
y el señor de los dioses grabó. (...)

Los Dichos de Har, Edda Mayor
Traducción del islandés de Luis Lerate, Alianza Literaria