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Mientras duda, le han visto los perros; Melampo y el ojeadorIcnóbates fueron los primeros en dar con sus ladridosla señal, de Gnosos Icnóbates, de raza espartana Melampo.En seguida se lanzan a la carrera otros más veloces quela rápida brisa, Pánfago, Dorceo y Oríbaso, arcadios todos,y el poderoso Nebrófono y el feroz Terón junto con Lélaps,y Ptérelas, valioso para la carrera, y Agre para el rastreo,y fogoso Hileo, poco antes herido por un jabalí,y Nape, hija de un libo, y Pémenis, que antes perseguíarebaños. y Harpía, acompañada de sus dos cachorros,y Ladón de Sición con sus enjutos flancos,y Drómade y Cánaque y Esticte y Tigre y Alce Y Leucón de pelo blanco y Asbolo de pelo negro,y el muy vigoroso Lacón, y Aelo, infatigable en la carrera,y Too y la veloz Licisca con su hermano Ciprio,y Hárpalo, adornado en mitad de su negra frentecon un lucero, y Menaleo y Lacne, la de peludo cuerpo,y, nacidos de padre cretense pero madre laconia,Labro y Agriodonte, e Hiláctor de agudo ladrido, y otrosque sería prolijo mencionar. Tal jauría, ávida de presa,por rocas y peñascos, por riscos inaccesibles, por dondeel camino es arduo y por donde no existe camino, le acosa.Huye él por parajes por donde muchas veces había dado caza,huye -¡ay!- de sus propios monteros. Deseábales gritar:"Soy yo, Acteón; reconoced a vuestro señor".Ovidio, Metamorfosis, Libro IIIAlianza Editorial
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