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jueves, 29 de mayo de 2014

Jules Renard - Diario



 
 
 
29 de noviembre 1890. 
Pero no habría que dejar pasar la estación en que uno cree en la literatura: es una estación breve.

11 de julio 1894.
¿Qué hace el pájaro en la tormenta? No se aferra a la rama: sigue la tormenta.

2 de junio 1899.
No se trata de ser el primero, sino el único.

9 de octubre 1900.
Tormenta. Temo al rayo inteligente.

17 de octubre 1902.
Es una cuestión de limpieza: hay que cambiar de opinión como de camisa.


Jules Renard, Diario (1887-1910), trad. Ignacio Vidal-Folch, Debolsillo, 2014

domingo, 26 de enero de 2014

Diario de a bordo - Cristóbal Colón


     
      
      
       
Martes 9 de octubre.– (...) Toda la noche oyeron pasar pájaros.


Diario de a bordo del primer viaje de Cristóbal Colón

lunes, 6 de enero de 2014

Elias Canetti - Libro de los muertos

     
    
   
      
    
28 de noviembre de 1983

Entonces descubrieron al escarabajo que estaba muerto y vivo al mismo tiempo.


Elias Canetti, Libro de los muertos, Galaxia Gutenberg, 2010

sábado, 12 de octubre de 2013

Iñaki Uriarte - Diarios


     
   
    
   
He estado en la cárcel, he hecho huelga de hambre, he sufrido un divorcio, he asistido a un moribundo. Una vez fabriqué una bomba. Negocié con drogas. Me dejó una mujer, dejé a otra. Un día se incendió mi casa, me han robado, he padecido una inundación y una sequía, me he estrellado en un coche. Fui amigo de alguien que murió asesinado y fue enterrado por los asesinos en su propio jardín. También conocí a un hombre que mató a otro hombre, y a uno que se ahorcó. Sólo es cuestión de edad. Todo ello me ha sucedido en una vida en general muy tranquila, pacífica, sin grandes sobresaltos.

Iñaki Uriarte, Diarios (1999-2003), Pepitas de calabaza ed., 2010

sábado, 16 de julio de 2011

Enrique Vila-Matas - Dietario voluble

                                                                                                                      
                                                                                                                   
                                                                                                                               
                                                                                                                                                
                                                                                                                                                     

¿Quién tiene el bastón de Artaud? Cuando me preguntan por un supremo signo o imagen de la locura siempre pienso en ese bastón al que su dueño le hizo poner una puntera de hierro con la que golpeaba violentamente los adoquines de París para sacar chispas con él. Estaba el bastón cubierto de nudos y tenía doscientos millones de fibras y marqueterías de signos mágicos. Y Artaud le sacaba chispas porque decía que el bastón llevaba en el noveno nudo el signo mágico del rayo y que el número nueve siempre fue la cifra de la destrucción a través del fuego. Artaud perdió ese bastón (que le regaló René Thomas) en su extraño viaje a Irlanda, lo perdió tras una reyerta frente al Jesuit College de Dublín. ¿Quién tiene el Santo Grial de la locura? ¿Quién se quedó con el bastón de Artaud? Me gustaría escribir una novela en la que alguien viaja a Dublín para investigar el paradero del bastón de Artaud. ¿Quién tiene, señores, el bastón de Artaud, ese bastón que es el eje central de la locura en Occidente?

Enrique Vila-Matas, Dietario voluble, Anagrama, 2008

jueves, 1 de enero de 2009

Cesare Pavese







31 de marzo

La sabiduría del destino es en el fondo la misma nuestra. Porque nosotros la acompañamos con una incesante conciencia de lo que realidad de verdad se nos concede que hagamos. Por muchas tentaciones que tengamos, no nos equivocamos nunca. Actuamos siempre en el sentido del destino. Las dos cosas son una sola.

Quien se equivoca es quien no entiende todavía su destino. Es decir, no entiende cuál es la resultante de todo su pasado, que le indica el porvenir. Pero lo entienda o no, se lo indica lo mismo. Cada vida es lo que debía ser.

Cesare Pavese, El oficio de vivir
Traducción: Angel Crespo, Seix Barral

domingo, 30 de marzo de 2008

Josep Pla - El cuaderno gris






1 de enero

Hago balance seriamente. Seriamente no implica una hipocresía inicial. Quiere decir que, dentro de mis posibilidades, estoy dispuesto a escribir claro.
No tengo ninguna condición para la amistad. Sólo quiero a las personas que me pueden enseñar alguna cosa –y un momento, a las que me distraen. Las efusiones y atenciones ajenas me producen el efecto de una vejación. Los elogios me dan fiebre. Las perfumadas amabilidades de Roldós –perfume barato– me sublevan. Si fuese rico y pudiese tener pianista, ya lo hubiera mandado a paseo. Mi egoísmo es nauseabundo e infecto.
Noto, por otra parte, que a medida que pasan los meses, mi desfachatez va en aumento. La mixtificación me divierte, aunque después, al considerarla fríamente, me repugne. Tengo una cierta tendencia –hasta diría una facilidad– a inventar cosas, a manipularlas a mi conveniencia. A veces hago callar a un interlocutor con una observación cuya falsedad –me consta– es absoluta, totalmente inventada. A menudo este juego se me da de una manera inconsciente, por el gusto mismo del juego. El hecho de que un mecanismo semejante, de una apariencia tan voluntaria y deliberada, pueda manifestárseme de manera inconsciente me lo hace inexplicable. Es desagradable pensar que se puede ser un mixtificador sin saberlo.
El estado permanente del hombre es el pecado. (Lector: no precipites, por favor, el comentario.) En la vida –me parece– se puede aceptar este hecho o tener alguna aspiración a la pureza. Pero salir del pecado es imposible. Tan imposible como salir de la injusticia. Y, quizá tan peligroso como salir de la injusticia. Si uno trata de salir del pecado, pueden suceder dos cosas: no acabar de salir por el contrapeso del pecado a creer haber salido sin ser verdad, sin ser cierto, y convertirse, entonces, en un ser falso e hipócrita, capaz de hacer cualquier enormidad en nombre de la pureza fingida. Considerarse siempre un pecador siniestro puede dar una cierta esperanza de llegar a la humildad y la discreción. Espero que esta convicción no me abandonará en el curso de mi vida. Es la única esperanza que tengo.


Josep Pla, de El cuaderno gris

viernes, 6 de julio de 2007

Diarios. Franz Kafka



19 de noviembre. Me conmueve la lectura del diario. ¿Será debido a que en la actualidad no tengo ya la menor seguridad? Todo me parece una construcción. Cualquier observación de otro, cualquier mirada casual lo vuelca todo hacia el otro lado en mi interior, incluso las cosas ya olvidadas, absolutamente insignificantes. Ahora me siento más inseguro que nunca; sólo siento en mí la violencia de la vida. Y estoy insensatamente vacío. Soy realmente como un cordero perdido en la noche y en las montañas, o como un cordero que corre detrás de ese cordero. Estar tan perdido y no tener fuerza para lamentarse de ello.


Franz Kafka: Diarios (1910-1923)