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sábado, 29 de marzo de 2014

Franz Kafka - El deseo de ser piel roja




  

Si uno pudiera ser un piel roja siempre alerta, cabalgando sobre un caballo veloz, a través del viento, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas porque no hacen falta espuelas, hasta arrojar las riendas porque no hacen falta riendas, y apenas viera ante sí que el campo era una pradera rasa, habrían desaparecido las crines y la cabeza del caballo.


Franz Kafka

viernes, 5 de febrero de 2010

El lenguaje kafkiano






En mí se puede reconocer muy bien una concentración hacia el escribir. Cuando quedó claro en mi organismo que el escribir era la dirección de mayor entrega de mi ser, todo se agolpó hacia allá y dejó vacías todas las capacidades que se dirigían hacia los goces del sexo, del comer, del beber y de la meditación filosófica, de la música ante todo. Adelgacé en todas esas direcciones.

Franz Kafka, en Historia de la Literatura universal, Martín de Riquer y José María Valverde, Planeta

sábado, 15 de noviembre de 2008

El silencio de la sirenas - F. Kafka






Dices que debo seguir bajando, pero ya estoy muy abajo, se me corta la respiración, aquí mismo ya casi es demasiado profundo, pero ya que ha de ser así, estoy dispuesto a quedarme. ¡Qué espacio! Es probablemente el lugar más profundo. Así y todo me quiero quedar; eso sí, no me obligues a seguir bajando.

1920

Franz Kafka, de El silencio de la sirenas. Escritos y fragmentos póstumos

viernes, 6 de julio de 2007

Diarios. Franz Kafka



19 de noviembre. Me conmueve la lectura del diario. ¿Será debido a que en la actualidad no tengo ya la menor seguridad? Todo me parece una construcción. Cualquier observación de otro, cualquier mirada casual lo vuelca todo hacia el otro lado en mi interior, incluso las cosas ya olvidadas, absolutamente insignificantes. Ahora me siento más inseguro que nunca; sólo siento en mí la violencia de la vida. Y estoy insensatamente vacío. Soy realmente como un cordero perdido en la noche y en las montañas, o como un cordero que corre detrás de ese cordero. Estar tan perdido y no tener fuerza para lamentarse de ello.


Franz Kafka: Diarios (1910-1923)