viernes, 30 de noviembre de 2007

Les yeux sans visage




Les yeux sans visage (Ojos sin rostro) (1959), Georges Franju

Hart Crane - Al puente de Brooklyn



AL PUENTE DE BROOKLYN


Cuántos amaneceres, frío tras su mecido descanso,
habrán de zambullirse las gaviotas a su alrededor
soltando anillos blancos de tumulto, erigiendo
la Libertad por encima del agua encadenada.

Luego, con limpia curva, apartamos los ojos,
espectrales como las velas que pasan por debajo,
de alguna hoja de cálculo que será archivada;
hasta que el ascensor nos libera de la jornada...

Pienso en los cines, esas vistas panorámicas
de multitudes inclinadas ante una escena trepidante
nunca mostrada, pero a la que pronto se apresuran,
anunciada a otros ojos en la misma pantalla.

Y tú, cruzando el puerto entre destellos de plata,
como si te alcanzase el sol, dejas
en tu andar cierto balanceo pendiente.
Tu misma libertad te sigue sosteniendo.

Desde algún túnel de metro, celda o altillo
un loco se apresura hacia tus parapetos,
se inclina un poco, su camisa chillona se hincha,
una broma se arroja desde la atónita caravana.

La luz del mediodía gotea en las vigas de Wall Street,
diente roto de celeste acetileno;
toda la tarde giran las grúas entre nubes...
Tus cables respiran aún el Atlántico Norte.

Oscuro como el cielo de los judíos
tu galardón... gracia concedida
de anonimia que el tiempo no disipa:
vibrante absolución, el perdón que nos otorgas.

Arpa y altar fundidos por la furia
(¡qué fuerza afinaría el coro de tu cordaje!),
umbral terrible de la promesa del profeta,
de la oración de paria y del gemido del amante.

De nuevo las luces del tráfico que rozan tu lenguaje,
veloz y sin cesuras, inmaculado suspiro de los astros,
salpican tu ruta, cifran la eternidad.
Hemos visto la noche alzada en tus brazos.

Bajo la sombra de tus pilares esperé;
sólo en la oscuridad tu sombra es clara.
Los iluminados bloques urbanos se han borrado,
ya la nieve sepulta todo un año de hierro...

Insomne como el río que pasa debajo de ti,
tú que abovedas el mar, hierba que sueña en las praderas,
ven a nosotros, los humildes, baja
y con tu curvatura ofrece un mito a Dios.



TO BROOKLYN BRIDGE


How many dawns, chill from his rippling rest
The seagull's wings shall dip and pivot him,
Shedding white rings of tumult, building high
Over the chained bay waters Liberty–

Then, with inviolate curve, forsake oru eyes
As apparitional as sails that cross
Some page of figures to be filed away;
–Till elevators drop us from our day...

I think of cinemas, panoramic sleights
With multitudes bent toward some flashing scene
Never disclosed, but hastened to again,
Foretold to other eyes on the same screen;

And Thee, across the harbor, silver-paced
As though the sun took step of thee, yet left
Some motion ever unspent in thy stride,–
Implicitly thy freedom staying thee!

Out of some subway scuttle, cell or loft
A bedlamite speeds to thy parapents,
Tilting there momently, shrill shirt ballooning,
A jets falls from the speechless caravan.

Down Wall, from girder into street noon leaks,
A rip-tooth of the sky's acetylene;
All afternoon the cloud-flown derricks turn...
Thy cables breathe the North Atlantic still.

And oscure as that heaven of the Jews,
Thy guerdon... Accolade thou dost bestow
Of anonymity time cannot raise:
Vibrant reprieve and pardon thou dost show.

O harp and altar, of the fury fused,
(How could mere toil align thy choiring strings!)
Terrific threshold of the prophet's pledge,
Prayer of pariah, and the lover's cry,–

Again the traffic lights that skim thy swift
Unfractioned idiom, immaculate sigh of stars,
Beading thy path –condense eternity:
And we have seen night lifted in thine arms.

Under thy shadow by the piers I waited;
Only in darkness is thy shadow clear.
The City's fiery parcels all undone,
Already snow submerges an iron year...

O sleepless as the river under thee,
Vaulting the sea, the prairies' dreaming sod,
Unto us lowliest sometime sweep, descend
And of the curveship lend a myth to God.


Hart Crane, de El puente

sábado, 24 de noviembre de 2007

G. M. Hopkins - Consuelo de la carroña



CONSUELO DE LA CARROÑA

No, Desesperación que eres consuelo
de la carroña, no voy a buscar
deleite en ti; por frágiles que sean,
no desharé los últimos hilillos
humanos que hay en mí; por muy cansado
que me sienta no volveré a gritar:
¡No puedo más! Sí puedo. Porque puedo
esperar deseando un nuevo día,
no querer elegir la inexistencia.
Pero, ay, oh Tú, terrible, ¿por qué aplastas
el alma con tu pie, como un peñasco
con que estrujas el mundo? ¿Por qué hiere
tu zarpa de león que me hace daño?
¿O escudriñas, con tus ojos oscuros,
destructores, mis huesos magullados?
¿O me aventas como una tempestad
cuando huyo enloquecido de tu fuerza?
¿Por qué? Para que así no quede paja,
y sólo permanezca el grano limpio.
En aquel espantoso torbellino,
cuando besé (quizá) las disciplinas,
mejor dicho, la mano, el corazón
cobró fuerzas, algún gozo arrancó,
y hasta hubiera reído y aclamado.
¿A quién? ¿Al que gobierna firmamentos
y me azota y me pisa? ¿O a mí mismo
que batallé con Él? ¿A él o a mí?
Quizá a los dos. Fue en una noche, un año
de tinieblas ya desaparecidas,
cuando estuve luchando en la desdicha
contra Aquél, oh Dios mío, que es mi Dios.


CARRION COMFORT

Not, I'll not, carrion comfort, Despair, not feas on thee;
Not untwist –slack they may be– these last strands of man
In me or, most weary, cry I can no more. I can;
Can something, hope, wish day come, not choose not to be.
But ah, but O thou terrible, why wouldst thou rude on me
Thy wring-world foot rock? lay a lionlimb against me?
scan
With darksome devouring eyes my bruisèd bones? and fan,
O in turns of tempest, me heaped there; me frantic to avoid thee and flee?
Why? That my chaff might fly; my grain lie, sheer and clear.
Nay in all that toil, that coil, since (seems) I kissed the rod,
Hand rather,my heart lo! lapped strength, stole joy, would laugh, cheer.
Cheer whom though? the hero whose heaven-handing flung me, foot trod
Me? or me that fought him? O which one? is it each one? That night, that year
Of now done darkness I wretch lay wrestling with (my God!) my God.


Gerard Manley Hopkins, de Poesía (traducción de Carlos Pujol)





Escriba sentado


Escriba sentado, Imperio Antiguo, dinastía V. Museo del Louvre.

Ikiru - Akira Kurosawa




Ikiru (1952), Akira Kurosawa

El hombre tranquilo



The quiet man (1952), John Ford

Ô saisons, ô chateaux - Arthur Rimbaud



Oh castillos, oh estaciones
¿Qué alma no cae en errores?

Oh castillos, oh estaciones,

Cursé la mágica alquimia
del Gozo, que nadie evita.

¡Que siempre sea alabado
cuando canta el gallo galo!

¡Hacia nada mi alma aspira,
él se ocupa de mi vida!

¡Este embrujo! que alma y cuerpo,
liberó de todo esfuerzo.

¿Y qué dicen mis palabras?
¡Por él huyen en volandas!

¡Oh castillos, oh estaciones!

Y si la pena me arrastra
me aseguro su desgracia.

Preciso es que su desdén
me entregue a la muerte. Amén.

¡Oh palacios, oh estaciones!



Ô saisons, ô châteaux,
Quelle âme est sans défauts?

Ô saisons, ô chateaux,

J'ai fait la magique étude
Du Bonheur, que nul n'élude.

O vive lui, chaque fois
Que chante son coq galois.

Mais! je n'aurai plus d'envie,
Il s'est chargé de ma vie.

Ce Charme! il prit âme et corps,
Et dispersa tous efforts.

Que comprendre à ma parole?
Il fait qu'elle fuie et vole!

Ô saisons, ô châteaux!

Et, si le malheur m'entraîne,
Sa disgrâce m'est certaine.

Il faut que son dédain, las!
Me livre au plus prompt trépas!

–Ô Saisons, ô Châteaux!


Arthur Rimbaud

jueves, 22 de noviembre de 2007

El collar de la paloma

Y todavía he conseguido algo más completo, que es comparar cinco cosas con otras cinco en un mismo verso, como puede verse en el siguiente poema:

Me quedé con ella a solas, sin más tercero que el vino,
mientras el ala de la tiniebla nocturna se abría suavemente.
Era una muchacha sin cuya vecindad perdería la vida.
¡Ay de ti! ¿Es que es pecado este anhelo de vivir?
Yo, ella, la copa, el vino blanco y la oscuridad
parecíamos tierra, lluvia, perla, oro y azabache.


Inb Hazm de Córdoba, de El collar de la paloma



Fernando Fernán-Gómez - El malvado Carabel



El malvado Carabel (1955), de Fernando Fernán-Gómez

domingo, 18 de noviembre de 2007

Vladimir Holan



HAY


Hay cosas ocultas a sí mismas.

Así que casi humanas
tal vez pudieran revelarse en nosotros
y sonriendo dejarnos desnudos ante todo.
Pero nuestra ignorancia es tanto más excepcional.
Se está más caliente junto a los animales...


Vladimir Holan, de Dolor



Cat people - Jacques Tourneur




La mujer pantera (1942), Jacques Tourneur

César Vallejo



Tengo un miedo terrible de ser un animal
de blanca nieve, que sostuvo padre
y madre, con su sola circulación venosa,
y que, este día espléndido, solar y arzobispal,
día que representa así a la noche,
linealmente
elude este animal estar contento, respirar
y transformarse y tener plata.

Sería pena grande
que fuera yo tan hombre hasta ese punto.
Un disparate, una premisa ubérrima
a cuyo yugo ocasional sucumbe
el gonce espiritual de mi cintura.
Un disparate... En tanto,
es así, más acá de la cabeza de Dios,
en la tabla de Locke, de Bacon, en el lívido pescuezo
de la bestia, en el hocico del alma.

Y, en lógica aromática,
tengo ese miedo práctico, ese día
espléndido, lunar, de ser aquél, éste talvez,
a cuyo olfato huele a muerto el suelo,
el disparate vivo y el disparate muerto.

¡Oh revolcarse, estar, toser, fajarse,
fajarse la doctrina, la sien, de un hombre al otro,
alejarse, llorar, darlo por ocho
o por siete o por seis, por cinco o darlo
por la vida que tiene tres potencias.

22 Octubre 1937

César Vallejo, de Poemas humanos

viernes, 16 de noviembre de 2007

jueves, 15 de noviembre de 2007

Los caballos de Aquiles



Cuando a Patroclo vieron muerto,
al joven, fuerte, audaz Patroclo,
se entregaron al llanto los caballos de Aquiles
y su inmortal naturaleza alzose
contra la obra oscura de la muerte.
Las hermosas cabelleras sacudieron de largas crines
y la tierra dura golpeó su pezuña: así lloraron
a Patroclo ahora exánime, vencido,
cuerpo solo, alma ausente, sin aliento,
indefenso, devuelto de la vida
al seno inmenso de la Nada.

Al ver Zeus llorar a las divinas
bestias dijo con pesadumbre: "El día de la boda de Peleo
irreflexivo fui. Mejor no haberos dado
a míseros humanos sujetos a destino,
si a vosotros la muerte o la vejez no esperan.
Lo efímero os aflige: en su desgracia
os ha mezclado el hombre".
Si embargo,
ante la dura imagen de la perpetua muerte,
los nobles animales se entregaban al llanto.


Constantin Cavafis

Vita nuova - Dante Alighieri



Tan gentil y honorable se presenta
cuando a alguno saluda mi señora,
que temblando las lenguas enmudecen,
y no se atreven a mirar los ojos.

Sitiéndose alabar, camina ella,
benignamente de humildad vestida;

y parece una cosa que viniese
del cielo a tierra por mostrar milagro.

Tan placentera a quien la ve se muestra,
que el corazón endulza por los ojos,
y aquel que no lo prueba no lo entiende:

y escaparse parece de sus labios
un delicado espíritu amoroso
que al alma va diciéndole: suspira.


Dante Alighieri, de Vida nueva

Ocho sentencias de muerte




Kind Hearts and Coronets (1949), Robert Hamer

martes, 13 de noviembre de 2007

C. D. Friedrich - Monje en la orilla del mar


Caspar David Friedrich, Monje en la orilla del mar

Tristam Shandy




Si no tuviera la certeza moral de que el lector está a punto de perder la paciencia por conocer el carácter de mi tío Toby, le hubiera convencido previamente de que no hay instrumento más preciso para describirle que el que yo he encontrado.

Un hombre y su HOBBY-HORSE aunque no me atreva a decir que se comporten y reaccionen como lo hacen el alma y el cuerpo, sí ponen de manifiesto una cierta comunicación entre ellos. Mi opinión es que existe en esto algo parecido a la corriente de inducción de los cuerpos electrizados y ello es debido, sobre todo, a la parte caliente del caballero que se mantiene en directo contacto con el lomo del HOBBY-HORSE. Debido a los dilatados contactos y a la persistente fricción, sucede que, a la larga, el cuerpo del caballero se satura al máximo de materia HOBBY-HÓSICA, de forma que si podemos dar una descripción clara del uno, estaremos en condiciones de obtener una idea bastante exacta del genio y del carácter del otro.


Laurence Sterne, Vida y opiniones del caballero Tristam Shandy


Edith Södergran



PODER

Yo soy la fuerza que ordena. ¿Dónde están los que han de seguirme?
Incluso los más grandes llevan su escudo como soñadores.
¿No hay nadie que lea en mis ojos la fuerza del éxtasis?
¿No hay nadie que comprenda las leves palabras que digo
en voz baja a los más cercanos?
Yo no obedezco leyes. Soy mi propia ley.
Me apodero de las cosas.


Edith Södergran, de Sombra de futuro

sábado, 10 de noviembre de 2007

The hustler (1961)




The hustler (1961), Robert Rossen

Besos para Catulo



Vivamos, querida Lesbia, y amémonos,
y las habladurías de los viejos puritanos
nos importen todas un bledo.
Los soles pueden salir y ponerse;
nosotros, tan pronto acabe nuestra efímera vida,
tendremos que vivir una noche sin fin.
Dame mil besos, después cien,
luego otros mil, luego otros cien,
después hasta dos mil, después otra vez cien;
luego, cuando lleguemos a muchos miles,
perderemos la cuenta para ignorarla
y para que ningún malvado pueda dañarnos,
cuando se entere del total de nuestros besos.


Gayo Valerio Catulo, de Poesías


Lord Jim



Entonces, Jim lo comprendió todo. Habíase retirado de un mundo, por la pequeñez de un impulsivo salto que no quisieron perdonarle, y ahora el otro mundo que se había creado él con su solo esfuerzo caía en ruinas sobre su cabeza. ¡Era peligroso que su criado saliera de allí para mezclarse con su propio pueblo! Creo que en aquel mismo momento decidió recibir aquel desastre desafiándolo del único modo que se le ocurrió a él que tal catástrofe podía desafiarse; pero lo que solamente sé es que, sin pronunciar palabra, salió de su dormitorio y fue a sentarse ante la larga mesa a cuya cabeza estaba acostumbrado a ordenar los asuntos de su mundo especial, proclamando diariamente aquel fondo de verdad que ciertamente albergaba su corazón. No le robarían por segunda vez la paz los malignos poderes infernales. Como estatua de piedra permanecía allí sentado.

Joseph Conrad, Lord Jim

El espíritu de la colmena




El espíritu de la colmena (1973), Víctor Erice

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Hamlet y Yorick (II)




Hamlet (1948), Laurence Olivier

Hamlet y Yorick


HAMLET.- Deja que te vea. (Coge la calavera) ¡Ay, pobre Yorick! Yo le conocí, Horacio: era un hombre de una gracia infinita y de una fantasía portentosa. Mil veces me llevó a cuestas, y ahora, ¡qué horror siento al pensarlo!, a su vista se me revuelve el estómago. Aquí pendían aquellos labios que yo he besado no sé cuantas veces. ¿Qué se hicieron tus chanzas, tus piruetas, tus canciones, tus rasgos de buen humor, que hacían prorrumpir en una carcajada a toda la mesa? ¿Nada, ni un solo chiste siquiera para burlarte de tu propia mueca? ¿Qué hace ahí con la boca abierta? Vete al tocador de mi dama, y dile que, aunque se ponga el grueso de un dedo de afeite, ha de venir forzosamente a esta linda figura. Prueba a hacerla reír con eso.


William Shakespeare, Hamlet, Acto V, escena I

Jacobo Fijman



POEMA VI


Ha caído mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre.

Mi voz:
pequeña línea, pequeña canción que nos separa de las cosas.

Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades blancas.

Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.
Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.


Jacabo Fijman, de Hecho de estampas




sábado, 3 de noviembre de 2007

JRJ - Espacio



"Los dioses no tuvieron más sustancia de la que tengo yo". Yo tengo, como ellos, la sustancia de todo lo vivido y de todo lo por vivir. No soy presente sólo, sino fuga raudal de cabo a fin. Y lo que veo, a un lado y otro, en esta fuga (rosas, restos de alas, sombra y luz) es sólo mío, recuerdo y ansia míos, presentimiento, olvido. ¿Quién sabe más que yo, quién, qué hombre o qué dios, puede, ha podido, podrá decirme a mí qué es mi vida y mi muerte, qué no es? Si hay quien lo sabe, yo lo sé más que ése, y si quien lo ignora, más que ese lo ignoro. Lucha entre este ignorar y este saber es mi vida, su vida, y es la vida. Pasan vientos como pájaros, pájaros igual que flores, flores soles y lunas, lunas soles como yo, como almas, como cuerpos, cuerpos como la muerte y la resurrección; como dioses. Y soy un dios sin espada, sin nada de lo que hacen los hombres con su ciencia; sólo con lo que es producto de lo vivo, lo que se cambia todo; sí de fuego o de luz, luz. ¿Por qué comemos y bebemos otra cosa que luz o fuego? (...)


Juan Ramón Jiménez, fragmento de Espacio



Manuel Millares


Manuel Millares, Sin título (1965)

Roberto Juarroz

22


Inventar el regreso del mundo
después de su desaparición.
E inventar un regreso a ese mundo
desde nuestra desaparición.
Y reunir las dos memorias,
para juntar todos los detalles.

Hay que ponerle pruebas al infinito,
para ver si resiste.


Roberto Juarroz, de Séptima poesía vertical

jueves, 1 de noviembre de 2007

Terrence Malick - The thin red line




La delgada línea roja (1998), Terrence Malick

Stefano Maderno, Santa Cecilia



Stefano Maderno, Santa Cecilia (1600)

Gabriel Bocángel - Huye del sol el sol, y se deshace



Huye del sol el sol, y se deshace
la vida a manos de la propia vida;
del tiempo que, a sus partos homicida,
en mies de siglos las edades pace,

nace la vida, y con la vida nace
del cadáver la fábrica temida.
¿Qué teme, pues, el hombre en la partida,
si vivo estriba en lo que muerto yace?

Lo que pasó ya falta; lo futuro
aún no se vive; lo que está presente
no está, porque es su esencia el movimiento.

Lo que se ignora es sólo lo seguro;
este mundo, república de viento
que tiene por monarca un accidente.


Gabriel Bocángel