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Cuando a Patroclo vieron muerto,al joven, fuerte, audaz Patroclo,se entregaron al llanto los caballos de Aquilesy su inmortal naturaleza alzosecontra la obra oscura de la muerte.Las hermosas cabelleras sacudieron de largas crinesy la tierra dura golpeó su pezuña: así llorarona Patroclo ahora exánime, vencido,cuerpo solo, alma ausente, sin aliento,indefenso, devuelto de la vidaal seno inmenso de la Nada.Al ver Zeus llorar a las divinasbestias dijo con pesadumbre: "El día de la boda de Peleoirreflexivo fui. Mejor no haberos dadoa míseros humanos sujetos a destino,si a vosotros la muerte o la vejez no esperan.Lo efímero os aflige: en su desgraciaos ha mezclado el hombre".Si embargo,ante la dura imagen de la perpetua muerte,los nobles animales se entregaban al llanto.Constantin Cavafis
5 comentarios:
Este es parte de mis diez o doce poemas kavafianos predilectos.
Alexánder, aun pudiendo elegir diez o doce, todavía se hace difícil.
Un saludo.
P.
Enorme poema. Me viene el eterno animal cuya mirada hacia lo abierto cantó Rilke. Pero Kavafis con intuición trágica hace que el animal invierta el mirar, lo sumerge en nuestro destino... los caballos de Aquiles lloran sobre nuestros cadáveres . Me estremece Kavafis pero este poema no puede dejar de llevarme a la octava elegía que me resulta siempre entrañable.
Disculpa la extensión del comentario,
saludos muchos,
anamaría
Toda la razón, anamaría. Los caballos de Kavafis se han contaminado de nuestro dolor. Sus ojos, vueltos del revés como los nuestros. Tenemos lenguaje y a cambio conocemos la muerte.
Como dice la inmensa octava elegía: “así vivimos, siempre en despedida”.
Muchas gracias por tu comentario.
Saludos
Aquí todo es distancia...
(Hier ist alles Abstand)
saludos
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