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domingo, 2 de diciembre de 2012

W. Shakespeare - Julio César

                
         
       
         
        
CASIO.- Entonces, Bruto, he interpretado mal la índole de vuestras reservas, y ésta es la causa de que ocultara en mi seno pensamientos de la mayor importancia, dignos de meditarse. Decidme, querido Bruto: ¿podeís veros la cara?

BRUTO.- No es posible, Casio, porque los ojos no pueden verse a sí mismos sino por refracción, o sea mediante otros objetos.

CASIO.- Justamente, y es muy lamentable, Bruto, que no tengáis espejos que reflejen vuestro oculto valer ante vuestras miradas, a fin de que pudierais contemplar vuestra imagen. (...)


William Shakespeare, Julio César, Obras Completas, trad. Luis Astrana Marín, Aguilar, 2003

sábado, 15 de octubre de 2011

William Shakespeare - A vuestro gusto

                          
                              
                              
                               

CORIN. Y ¿cómo halláis vos esta vida pastoril, maestre Touchstone?
TOUCHSTONE. A decir verdad, pastor, considerada en sí, es buena vida; pero mirando como vida de pastores, no vale nada. Por lo solitaria, me gusta mucho; pero, como retiro, es detestable. Ahora, por lo campestre me encanta, aunque, por alejada de la corte, me es tediosa. En cuanto a frugal, ya lo veis, se aviene con mi humor; empero, por excluir la abundancia, no se compagina con mi estómago. ¿Entiendes de filosofías, pastor?
CORIN. Todo lo que sé es que cuando más enferma el hombre, tanto peor se siente, y que al que le falta dinero, recursos y satisfacción, está privado de tres buenos amigos; que la lluvia tiene la propiedad de mojar, y el fuego la de quemar; que el buen pasto engorda al carnero y que una de las principales causas de la noche es al ausencia de sol; que el que no ha adquirido entendimiento, ya por naturaleza o bien por  arte, puede dolerse de no haber recibido una buena educación o de descender de padres muy estúpidos.
TOUCHSTONE. Un hombre así es un filósofo natural. ¿Has estado alguna vez en la corte, pastor?


William Shakespeare, A vuestro gusto, Obras completas, trad. Luis Astrana Marín, Aguilar, 2004

domingo, 26 de abril de 2009

Ricardo III






GLÓSTER.–

Trocó el invierno ya de nuestras cuitas.
El sol de York en esplendente estío;
Y las nubes, terror de nuestra casa,
El hondo seno de la mar sepulta.
Gloriosos lauros nuestras frentes ciñen,
Melladas armas penden cual trofeos,
Plácemes son nuestros alertas rudos.
Dúlces acordes las siniestras marchas.
La torva guerra el ceño desarruga;
Y, en vez de cabalgar cordel bardado,
Asombro de feroces enemigos,
En los estrados femeniles trisca
Al lascivo compás de la vihuela.
Mas yo, que no nací para el retozo,
Ni hago la corte al amoroso espejo;
Yo, mal fraguado, que de amor no luzco
La majestad ante donosa ninfa,
Yo, de tales ventajas excluido,
Privado por falaz naturaleza
De distinción, deforme, de repente
A medio hacer encaminado al mundo,
Y eso tan mal y de tan torpe modo
Que el can me ladra al divisar mi garbo;
En este tiempo yo de paz y fiesta,
Para matar el tiempo no hallo goce,
A no ser que, mirando al sol mi sombra,
Sobre mi propia imperfección discurra,
Y así, pues ser amado no es posible,
Ni entretener tan agradables días,
Determinado tengo ser infame
Y odiar los vanos goces de estos días.
Asechanzas tendía, planes arteros,
Por torpes profecías secundados,
Por libelos y sueños, porque lleguen
Clarens mi hermano y el monarca a odiarse;
Y, aun siendo Eduardo tan leal y justo
Cual falso yo, sutil y traicionero,
Hoy debe ser encarcelado Clarens;
Porque jota será, según ruin sino,
De los hijos de Eduardo el asesino.
¡Del alma a lo profundo, pensamientos!
Clarens llega. (...)

William Shakespeare, Ricardo III, Acto primero,
Biblioteca Edaf

domingo, 10 de agosto de 2008

El tío Vania







VOINITSKY.- Dentro de unos minutos la lluvia habrá pasado y todas las cosas de la naturaleza estarán lozanas y respirarán aliviadas. Únicamente a mí no me aliviará la tormenta. Día y noche me ahogo al pensar que perdía mi vida irremediablemente. No tengo pasado, todo mi pasado lo derroché estúpidamente en fruslerías, mientras el presente resulta horrible a fuerza de no tener sentido. Mi vida, mi amor, mírelos, ¿a quién ofrecérselos? ¿Qué voy a hacer con ellos? Mis sentimientos hacia usted son tan mal gastados como un rayo de sol que cae en un pozo, y yo no soy menos estéril.


Antón Chejov, El tío Vania

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Hamlet y Yorick


HAMLET.- Deja que te vea. (Coge la calavera) ¡Ay, pobre Yorick! Yo le conocí, Horacio: era un hombre de una gracia infinita y de una fantasía portentosa. Mil veces me llevó a cuestas, y ahora, ¡qué horror siento al pensarlo!, a su vista se me revuelve el estómago. Aquí pendían aquellos labios que yo he besado no sé cuantas veces. ¿Qué se hicieron tus chanzas, tus piruetas, tus canciones, tus rasgos de buen humor, que hacían prorrumpir en una carcajada a toda la mesa? ¿Nada, ni un solo chiste siquiera para burlarte de tu propia mueca? ¿Qué hace ahí con la boca abierta? Vete al tocador de mi dama, y dile que, aunque se ponga el grueso de un dedo de afeite, ha de venir forzosamente a esta linda figura. Prueba a hacerla reír con eso.


William Shakespeare, Hamlet, Acto V, escena I