sábado, 9 de julio de 2011
Feria rural - Charles Simic
A Hayden Carruth
No os lamentéis por haberos perdido
al perro de seis patas. Nosotros lo hemos visto
y se pasa casi todo el tiempo tirado en el suelo.
En cuanto a lo de sus patas de más,
te acostumbras en seguida
y acabas pensando en otras cosas,
tipo qué noche tan fría y siniestra
para venir a la feria.
Su amo arrojó un palo a lo lejos
y el perrro salió corriendo tras él.
Corría con cuatro patas y las otras dos le colgaban,
y una chica se reía muchísimo de eso.
Estaba borracha, y también lo estaba el hombrre
que le besaba el cuello sin parar.
El perro volvió con el palo y se quedó mirándonos.
Y ese era todo el espectáculo.
for Hayden Carruth
If you didn't see the six-legged dog,
It doesn't matter.
We did and he mostly lay in the corner.
As for the extra legs,
One got used to them quickly
And thought of other things.
Like, what a cold, dark night
To be out at the fair.
Then the keeper threw a stick
And the dog went after it
On four legs, the other two flapping behind,
Wich made one girl shriek with laughter.
She was drunk and so was the man
Who kept kissing her neck.
The dog got the stick and looked back at us.
And that was the whole show.
Charles Simic, La voz a las tres de la madrugada, trad. Martín López-Vega, DVD Ediciones, 2009
viernes, 22 de abril de 2011
Charles Simic
La ciudad había caído. Acabamos en la ventana de una casa
llevada por un loco. La puesta de sol brillaba sobre
algunas máquinas de desperdicio abandonadas. "Recuerdo",
dijo alguien, "cómo en los viejos tiempos uno podía convertir
a un lobo en un hombre y luego hablar de ello tanto como quisiera".
Charles Simic, de El mundo no se acaba y otros poemas, trad. Mario Lucarda, DVD ediciones
sábado, 2 de abril de 2011
Charles Simic - Prodigio
Crecí doblado
sobre un tablero de ajedrez.
Amaba la palabra final.
Todos mis primos parecían preocupados.
Era una casa pequeña
cercana a un cementerio romano.
Aviones y tanques
sacudían los vidrios de sus ventanas.
Un profesor de astronomía jubilado
me enseñó a jugar.
Debe haber sido en 1944.
En el juego que empleábamos,
la pintura casi había saltado
de las piezas negras.
Se había perdido el rey blanco
y tenía que ser reemplazado.
Me dijeron pero no lo creí
que ese verano vería
hombres colgando de los postes del teléfono.
Recuerdo a mi madre
cegándome mucho.
Tenía una forma especial de meter mi cabeza
rápidamente bajo su abrigo.
En ajedrez, también, me dijo el profesor,
los maestros juegan a ciegas,
los mejores en varios tableros
a la vez.
Charles Simic, Prodigio
www.lamajadesnuda.com
Audio del poema