domingo, 29 de abril de 2012

Martin Amis - Experiencia

          
              
            
              
           

La neumonía de Kingsley ha vuelto y no está siendo tratada. Tengo la sensación de que su cuerpo no está exento de alguna fuerza constitucional última, pero está terriblemente confuso. Su cuerpo lucha por quedarse y lucha por partir. Los saquitos de aire de sus pulmones se están llenando de pus. Ha de respirar con mucha más fuerza y rapidez que cuando estaba sano para conseguir el oxígeno que necesita. Cuán duro es morir. Uno ha de obstinarse, jadeante, en ello. El gran sudor de la muerte, dijo el divino poeta, refiriéndose a esa batalla. Aplicamos la perserverancia antigua: mi padre está haciendo lo que siempre hizo. Cuando subía a su estudio en mitad de la noche y mecanografiaba sus íes y oes, sus gaviotas y gaviotas, hacía lo que siempre había hecho. Y ahora trabajaba y trabajaba y trabajaba y trabajaba en su tránsito hacia el acontecimiento supremo.
Se ha dado la vuelta en la cama, y me da la espalda. Me está enseñando cómo se hace. Te das la vuelta, sobre un costado, y te mueres.

Martin Amis, Experiencia, Anagrama, 2001

sábado, 21 de abril de 2012

T. S. Eliot - Little Gidding





(...)

V

Lo que llamamos el comienzo es a menudo el fin
y llegar a un fin es hacer un comienzo.
El fin es de donde arrancamos. Y cada expresión
y frase que sea correcta (donde cada palabra esté en su casa,
ocupando su lugar para apoyar a las demás,
la palabra ni desconfiada ni ostentosa,
un fácil comercio de lo viejo y lo nuevo,
la palabra corriente, exacta sin vulgaridad,
la palabra formal, precisa pero no pedante,
el conjunto completo bailando juntos)
toda expresión y toda frase es un fin y un comienzo,
todo poema es un epitafio. Y cualquier acción
es un paso al tajo, al fuego, por la garganta del mar abajo
o hacia la piedra ilegible: y ahí es donde arrancamos.
Morimos con los agonizantes:
ved, ellos se marchan, y nos vamos con ellos.
Nacemos con los muertos:
ved, ellos vuelven, y nos traen con ellos.
El momento de la rosa y el momento del tejo
son de igual duración. Un pueblo sin historia
no se redime del tiempo, pues la historia es una ordenación
de momentos sin tiempo. Así, mientras la luz cae
en una tarde de invierno, en una capilla apartada
la historia es ahora e Inglaterra.

Con la atracción de este Amor y la voz de esta Llamada

No cesaremos de explorar
y el fin de toda nuestra exploración
será llegar a donde arrancamos
y conocer el lugar por primera vez.
A través de la puerta desconocida, recordada
cuando lo último de la tierra por descubrir
sea lo que era el comienzo;
en la fuente del río más largo
la voz de la cascada escondida
y los niños en el manzano
no conocida, porque no buscada
pero oída, medio oída, en el silencio
entre dos olas del mar.
Deprisa ahora, aquí, ahora, siempre –
una situación de completa sencillez
(costando no menos que todo)
y todo irá bien y toda
clase de cosas irán bien
cuando las lenguas de llamas estén plegadas hacia dentro
en el coronado nudo de fuego
y el fuego y la rosa sean uno.

T.S. Eliot, Little Gidding, en Poesías reunidas, trad. José María Valverde, Alianza