miércoles, 15 de agosto de 2007

De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall


Escucha, escúchame, nada de vidrios verdes o doscientos días
de historia, o de libros
abiertos como heridas abiertas, o de lunas de Jonia y cosas así,
sino sólo beber yedra mala, y zarzas, y erizadas anémonas
parecidas a flores.

Escucha, dime, siempre fue de este modo,
algo falta y hay que ponerle un nombre,
creer en la poesía, y en la intolerancia de la poesía, y decir
niña
o decir nube, adelfa,
sufrimiento,
decir desesperada vena sola, cosas así, casi reliquias, casi lejos.

Y no es únicamente por el órgano tiempo que cesa y no
cesa, por lo crecido, para lo sonriente,
para mi soledad hecha esquina, hecha torre, hecha leve notario,
hecha párvula muerta,
sino porque no hay forma más violenta de alejarse.

Blanca Andreu, de El sueño oscuro, poesía reunida (1980-1989)

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