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TORSO DE APOLO ARCAICONo conocemos la inaudita cabezaen que maduraron sus pupilas. Peroel torso arde aún igual que candelabrodonde su vista reducida tan sólose mantiene y fulge. Si no no podríacegarte el curvado pecho, ni en el giroleve del muslo vagara una sonrisahacia aquel centro en que gravitara el sexo.Si no fuera hermosa esta piedra truncabajo la caída clara de los hombros,no luciera así igual que piel de fiera,ni irisara desde todos los contornoscomo una estrella: pues ahí no hay un puntoque no te vea. Has de cambiar tu vida.Rainer María Rilke, de Nuevos poemas
3 comentarios:
Tengo la impresión que la traducción no es muy buena; aún así, qué maravilloso poema. Final arrollador. Gracias.
www.notassinpartitura.blogspot.com
Este poema es tan sublime y magnífico, que se desborda por encima de la traducción; lo que VIÓ Rilke nos llega desde el revés de las palabras y estremece y subyuga, tal como un Dios antiguo, precisamente...
saludos,
anamaría
Estoy de acuerdo, Ana. Las pérdidas de cualquier traducción poética son irreparables. Sin embargo, el propio poema nos está diciendo algo importante: esa escultura devastada aún exclama el mensaje más valioso. Así sobreviven también algunas traducciones.
Saludos
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