sábado, 21 de noviembre de 2009

Eugenio Montale







Al escribir mi primer libro, obedecía a una necesidad de expresión musical. Quería que mis palabras fueran más adherentes que las de los otros poetas que había conocido. ¿Más adherentes a qué? Tenía la sensación de vivir bajo una campana de vidrio y, sin embargo, sentía que estaba cerca de algo esencial. Un velo muy fino, tan sólo un hilo me separaba de quid definitivo. La expresión absoluta habría sido la rotura de ese velo, de ese hilo: una explosión, el fin del engaño del mundo como representación. Pero se trataba de un límite inalcanzable. Y mi voluntad de adherencia seguía siendo musical, instintiva, no programática.

Eugenio Montale, del prólogo de Poesía completa, Galaxia Gutenberg

2 comentarios:

karmen blázquez dijo...

Este autoanálisis de Montale tan veraz, que me hace reconocer en esa "adherencia" una "inherencia" que espera el acorde adecuado para brotar.
Abrazo
k

Durandarte dijo...

Brote siempre en duda. ¿Existe un horizonte que no se aleje cuando caminamos hacia él? Quizá una palabra, aunque sólo sea una vez en la vida.

Saludos, Karmen