sábado, 10 de abril de 2010

Milan Rúfus - Destino






La cabeza vendada
de Guillaume Apollinarie
inventa un poema.
Olvidados del cuerpo
te seguíamos, destino.
Y la espina en la planta del pie
no la sentíamos. El callo en la palma de la mano
formaba parte de ella como un sexto dedo, y sin él
no era nuestra.

Así se enrosca el cuerpo,
se adapta. Como una herradura
nos doblan a medida
de lo inaprensible.

Y nosotros lo pedimos.
August Renoir
se amarra al pincel:
un instante más, Señor,
átanos aunque sea a la cola
del caballo de Troya.

Milan Rúfus, de Campanas, trad. Alejandro Hermida, La Poesía, señor hidalgo

2 comentarios:

karmen blázquez dijo...

Asirse, amarrarse al pincel, a la cola del caballo de Troya,..al poema, son quizás ese clavo ardiente, Durandarte, el asido que se desasiera, qué será de él??...
Gracias por este autor que no es la primera vez que posteas, y ante el que es difícil no pararse en seco
Salud Os
k

Durandarte dijo...

Obra en curso como destino. Sí, el clavo-cola al que se la ha de entregar todo. ¿Quién está preparado?

Saludos, Karmen.