sábado, 5 de febrero de 2011

Acteón - Ovidio






¿Qué debía hacer? ¿Volver a casa, al palacio real o esconderse
en las selvas? La vergüenza impide lo uno, el miedo lo otro.
Mientras duda, le han visto los perros; Melampo y el ojeador
Icnóbates fueron los primeros en dar con sus ladridos
la señal, de Gnosos Icnóbates, de raza espartana Melampo.
En seguida se lanzan a la carrera otros más veloces que
el poderoso Nebrófono y el feroz Terón junto a Lélaps,
y Ptérelas, valioso para la carrera, y Agre para el rastreo,
y el fogoso Hileo, poco antes herido por un jabalí,
y Nape, hija de un lobo, y Pémenis, que antes perseguía
rebaños, y Harpía, acompañada de sus dos cachorros,
y Ladón de Sición con sus enjutos flancos,
y Drómade y Cánaque y Esticte y Tigre y Alce
y Leucón de pelo blanco y Asbolo de pelo negro,
y el muy vigoroso Lacón, y Aelo, infatigable en la carrera,
y Too y la veloz Licisca con su hermano Cirpio,
y Hárpalo, adornado en mitad de su negra frente
con un lucero, y Menaleo y Lacne, la de peludo cuerpo,
y, nacidos de padre cretense pero madre laconia,
Labro y Agriodonte, e Hiláctor de agudo ladrido, y otros
que sería prolijo mencionar. Tal jauría, ávida de presa,
por rocas y peñascos, por riscos inaccesibles, por donde
el camino es arduo y por donde no existe camino, le acosa.
Huy él por los parajes por donde muchas veces había dado caza,
huye -¡ay!- de sus propios monteros. Deseábales gritar:
"Soy yo, Acteón; reconoced a vuestro señor". (...)

Ovidio, Metamorfosis, trad. Antonio Ramírez de Verger y Fernando Navarro Antolín, Alianza Editorial

2 comentarios:

anamaría hurtado dijo...

... esta pesadilla de Acteón , despertándose a su puntual realidad de ciervo que había soñado ser espectador de la carnal epifanía de la Diosa, y el mutuo despertar a la jauría...

saludísimos
amh

Durandarte dijo...

Una de las más hermosas metamorfosis. El camino que va del ciervo a la cucaracha nos da una pista de hacia dónde nos dirigimos.

Saludos, ana.