viernes, 4 de marzo de 2011

Osip Mandelstam






Todavía no estás muerto. Todavía no estás solo.
Con tu amiga la mendiga
Gozas de la grandeza de las llanuras,
De la niebla, del frío y de la nevada.

Vive tranquilo y consolado
En la pobreza opulenta, en la miseria poderosa.
Son benditos los días y las noches
Y es inocente la fatiga dulce y sonora.

Infeliz aquel que, como su sombra,
Teme el ladrido y maldice al viento.
Y miserable aquel que, medio muerto,
Pide limosna a su propia sombra.

Osip Mandelstam, Cuadernos de Voronezh, trad. Jesús García Gabaldón, Igitur

2 comentarios:

anamaría hurtado dijo...

Gracias, Durandarte, por traer este magnífico poema. Se siente el frío, la soledad y la miseria de los Urales y de los campos de trabajo, y a su lado, erguida y luminosa, la inmensa humanidad de Osip. Recordé a Miguel Hernández, otro gigante que jamás pidió limosna a su sombra.
Saludos,
anamaría

Durandarte dijo...

La dignidad en el destierro. Y una grandísima poesía.

Gracias a ti, ana.

Saludos