viernes, 20 de junio de 2008
Tarafa
No acampo en los altos por miedo.
Auxilio cuando se solicita mi auxilio.
No dejo de saciarme en vino y placeres,
de vender y gastar los bienes transmitidos y adquiridos
hasta evitarme toda tribu como a camello embreado.
Y tú, que censuras que asista a la guerra y a los
placeres me entregue,
¿puedes tú hacerme inmortal? Si no puedes evitar mi muerte,
déjame abordarla con lo que poseo.
Si el hombre lograra algún día burlar la muerte,
por vida tuya, que eso sería como soltar una amarra
asida por ambos cabos.
Yo soy el hombre enjuto que conocéis,
agudo como flamante cabeza de serpiente.
Tarafa (m. 569 d.C), de Poesía árabe clásica
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