jueves, 9 de abril de 2009

Jacinto Antón - El conde Almásy. Una obsesión






Llevo meses obsesionado con el conde húgaro Lászlo von Almásy (1985-1951), el protagonista de la novela de Michael Ondaatje El paciente inglés y de la subsiguiente película, pero también el arrojado explorador de la vida real, elegante, homosexual y filonazi, que está en la base de la ficción.
Por las noches, antes de irme a dormir, leo un poco de mi Heródoto anotado, pincho el Szerelem, szerelem de Márta Sebestyén, despiego en el suelo un viejo mapa del noroeste de África y, subido a una escalera, con los prismáticos, me abismo en la contemplación del desierto libio, como si volara en un aeroplano. Sigo las viejas rutas: saliendo de Bengasi o de Marsa Matruh, en el norte, o del oasis egipcio de Jebel Uweinat y a la gran planicie del Gilf Kebir que tanto amó Almásy. Hermoso paisaje. El desierto desnudo bajo el cielo indiferente, como decía T. E. Lawrence mientras veía orinar a las camellas en el Wadi Marrakh árabe (Los siete pilares de la sabiduría, página 250). Chasqueo la lengua para simular el petardeo de la hélice. Y declamo fragmentos de La bruja de Atlas, de Shelley. A veces me emociono tanto que me caigo de la escalera y voy a dar en pleno oasis de Kufra, lo que resulta muy pertinente; pero los vecinos se quejan.

Jacinto Antón, Pilotos, caimanes y otras aventuras extraordinarias, RBA

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