jueves, 27 de agosto de 2009

Wonderland



Michael Winterbottom, Wonderland (1999)
Música de Michael Nyman

6 comentarios:

Blanca Andreu dijo...

Pues la unión de dos cuerpos es también la unión de dos espíritus.

Durandarte dijo...

Sin embargo, ese fragmento habla de la soledad. Para bien o para mal, esa noche los espíritus ni se rozaron.

Saludos, Blanca

Durandarte

Blanca Andreu dijo...

A mi entender, Durandarte, te equivocas. La unión espiritual es inevitable en la cópula. Por eso ella llora después, porque ha perdido en el juego de las almas. Ha perdido su corazón por haberlo puesto en ello, por haber tenido expectativas amorosas, por haberlo amado aunque sólo fuera un segundo.
Sin embargo él no ha puesto su corazón en danza. Los hombres son más cautelosos. Precavidos. Acorazados con armaduras ( y no lo digo por la tuya, que va por fuera, sino por las que van dentro),al acecho de cuerpos pero vigilantes para no ser atrapados por los seres que habitan dichos cuerpos.
Mientras ella llora en el metro su decepción ( independiente del éxito sexual del encuentro, peor incluso si fue bien y catastrófica si fue excepcional) él estará tragándose cualquier cosa de la tele, bebiéndose una birra, y sintiéndose satisfechísimo. De cuando en cuando, puede que le lleguen recuerdos eróticos del encuentro y se sentirá mejor todavía. En tanto que ella deberá empezar a reconstruir de nuevo su autoestima y su impulso amoroso.

Como diría Cándida, asín es.

Durandarte dijo...

Pessoa (más udrí que nunca) decía que "poseer es perder".
-Aquí traigo a colación al udrí por los pelos, pero aprovecho que ya lo mencioné en otro comentario y así lo rentabilizo.

No recuerdo muy bien qué dosis de espiritualidad apostó en ese envite Nadia (la protagonista) pero aquello era una cita concertada por anuncio.

Quizá estoy demasiado influenciado por el tono realista del filme a la hora de hablar de esa extraordinaria película, y, en el fondo, hablemos de lo mismo. C.S. Lewis decía que toda idealización del amor sexual, en una sociedad donde el matrimonio es puramente utilitario, debe empezar siendo una idealización del adulterio.

Saludos, Blanca

Durandarte

Blanca Andreu dijo...

En la India prohibieron en el siglo XVIII una secta tántrica por sostener que la cima del erotismo sólo se podía encontrar a través del adulterio.

Adulterar: el propio verbo lo dice: alterar la calidad o pureza de algo por la adición de una sustancia extraña.
Y también : falsificar o manipular la verdad.

No sé con qué cuajo se puede idealizar un error.

A mi entender, en el Amor Cortés, el deseo adúltero de un enamorado hacia su dama imposible era una convención, ya que si llegaba a convencerla y la dama cedía por amor, dejaba de ser "imposible",ya no era perfecta, no podía ser la musa de su queja.

En realidad no deseaban otra cosa que la lejanía y la imposibilidad, que al velar la imperfección diviniza, no la presencia, que al espíritu crítico agudizado en la controversia revela su inevitable humanidad.

Así que, en resumidas cuentas, no deseaban el adulterio, aunque aparentemente persiguieran sin cesar la unión sexual.

Es uno de los sofismas del amor.

(El ejemplo más claro de este tipo de amantes está recogido-cómo no-por Ibn Arabí, aunque el no lo considera un sofisma).

Durandarte dijo...

Para la fin'amors, al menos en su versión más convencional, se precisa una dama noble y casada; ello le da una posición de dominio y de inaccesibilidad. En ese escenario, el matrimonio se asociaba a intereses sociales y económicos que lo hacían menos "puro" que la relación extraconyugal. Ésta ganaba en pureza cuanto más árduas eran las fases del asedio amoroso.
Toda la fuerza de este ritual nace precisamente en que es deseo no realizado.

Saludos, Blanca

Durandarte