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Cuando el rey ve este golpe, exclama apesadumbrado: "¡Ay! Dios, ¿por qué dejáis que pierda todo el valor terreno? Por este golpe veo que aquí tenemos que morir o Modert o yo." Toma una lanza gruesa y fuerte y, a todo el galope de su caballo, ataca a Mordret; éste, que se da cuenta de que el rey no desea otra cosa sino matarle, no le rehúye, antes bien, le dirige la cabeza de su caballo; el rey, que viene con toda su fuerza, le golpea con tal vigor que le rompe las mallas de la cota y le hunde en el cuerpo la punta de su lanza. Cuenta la historia que, al sacar la lanza, atravesó la herida un rayo de sol, de forma tan clara que lo vio Giflete y los de aquella tierra decían que había sido señal de la pena de Nuestro Señor. Cuando Mordret se ve herido, piensa que está herido de muerte; da un golpe sobre el yelmo del rey Arturo, a quien nada pudo impedir que sintiera la espada en la cabeza, e incluso, le hizo un corte en la parte del cráneo; el rey Arturo se quedó aturdido por este golpe, cayéndose del caballo, y lo mismo le ocurrió a Mordret; están los dos tan heridos que nadie puede hacer que se levanten y yacen el uno al lado del otro.La muerte del rey Arturo, traducción Carlos Alvar, Alianza Editorial
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