jueves, 3 de enero de 2008

Anábasis - Saint-John Perse





II

En los países concurridos se dan los más grandes silencios, en los países frecuentados por saltamontes a mediodía.

Marcho, vosotros marcháis por un país de altas pendientes de toronjiles, donde ponen a secar la colada de los Grandes.
Franqueamos la ropa de la Reina, toda de encaje con dos bandas color trigueño (¡ah, el ácido cuerpo de mujer cómo mancha la ropa en el lugar preciso de la axila!).
Franqueamos la ropa de Su hija, toda de encaje con dos bandas de color vivoah, la lengua del lagarto cómo captura hormigas en el lugar preciso de la axila!).
Y puede que no se acabe el día sin que un mismo hombre se consuma por una mujer o su hija.
Sabia risa de los muertos, ¡que nos pelen esas frutas!... Y que, ¿ya no hay más gracia en este mundo bajo la rosa salvaje?
De este lado del mundo viene un gran mal violeta sobre las aguas. El viento se levanta. Viento de mar. Y la colada vuela como un sacerdote hecho pedazos...

Saint-John Perse, de Anábasis


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