Tirante tenía la mano sobre el vientre de la princesa, y Placerdemivida tenía la mano sobre la cabeza de Tirante, y cuando notaba que la princesa se dormía, aflojaba la mano y entonces Tirante tocaba a su gusto, y cuando iba a despertarse apretaba la cabeza de Tirante y éste se estaba quieto. Con este entretenimiento se pasaron más de una hora , y él no cesaba de tocarla. Cuando Placerdemivida comprendió que ella estaba bien dormida, aflojó el todo la mano de Tirante, y él, con cuidado, intentó dar fin a su deseo; pero la princesa empezó a despertarse y, medio dormida, dijo:
–¿Pero, qué haces desventurada? ¿No me puedes dejar dormir? ¿Te has vuelto loca que quieres intentar lo que es contra tu naturaleza?
Joanot Martorell, Tirant lo Blanc
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