skip to main |
skip to sidebar
INTRODUCCIONTodos los pasos tienen la forma del pasado,la forma de las formas donde todo se muerecayendo en su recinto de plata desbordada,elegida en el borde de las sombras azules.Debajo de los días de mis contestacionesa todas las murallas que la noche reparteen torno a mi tristeza de roto alucinadodonde el sol no golpea con sus labios en flor.Debajo de esas causas de elemento remoto:de esos pasos perdidos que mis manos soportan,escribo dulcemente con el rostro vertidohacia la extensa tierra que se eleva ante mí.Es una tierra lenta de rosas muy oscuras,una tierra de nombres y puñados de vidrio,una tierra de grana con estaño incendiario,una tierra de paja con trenzas de aceite.Todos sus movimientos me consultan ardiendo,todas sus invasiones se me acercan de pronto;cuando de mi agonía resurjo hacia las callesy paso por mis sangres escucho sus lamentos.Voy a estar concordando las cuerdas de esa luzque el aire petrifica rondándome los ojos.Voy a poner sus arpas encima de mi mesadonde escribo despacio su forma desgraciada.Son rediles de polvo mezclado con topacios,pescados hacinados sobre la cal deshechason hombros de jacintos y caderas de sábanadonde todo amontona su rumor de maderos.Todos los pasos tienen la forma del pasado;de un pasado sin boca para besar la orillade otra existencia hermosa que nunca se ha tenidoa pesar de las fiestas del corazón en llamas.Entonces a lo largo de mi paciencia nacenlas tibias caravanas de las blancas cisternas,los amores redondos de los pozos ocultos,las banderas inscritas en le mármol salvaje.Miro con mis recuerdos la zona de ese campoen el que un gran sollozo persiste de rodillas.Desde la tarde o noche donde un árbol violetaesparce su mirada, también contemplo el tiempo.Miro su vestidura de brillo y crisantemos,su peligrosa fuerza de ventana cortada,su pensamiento vivo creciendo con las zarzasentre las alabanzas de los cánticos solos.Debajo de esas causas de elemento perdidohay una tierra suave que palpita ante mí.Es una tierra echada sobre su propio vientrelleno de estrellas negras y de voces lejanas.Cuando todo lo mío se muere y despedazapartido por el ansia de lo que me traiciona,del crimen cometido por mí contra mis cielos yo miro ese terreno de temblor y ternura.Escribo para oírme vivir sobre sus tersasorillas renacidas en un sarcófago rojo.De sus sonidos de oro tomo mis instrumentoshechos de siemprevivas y cabellos heridos.Todos los pasos tienen la forma del pasadodonde todo se ahonda cayendo hacia el amor,que es la perfecta nada de todo lo que canta con la mirada aguda que el diamante describe.Ya sé que me repito como un muerto que avanzadesde sus pobres ropas deshechas y en la sombra,hacia la caja enorme donde el mundo le estrechapara guardar la esencia de su ser miserable.No me importa la gloria que grita en las paredescon garfios de tormento la aurora de los días.No obstante, reconozco la causa de mi origenatado a la salmodia de los nombres que crujen.Debo cantar las ansias de la roca extasiada,las ansias de los peces que lloran su océano,las ansias de los signos escritos con zafirosen las llagas inmensas de las naciones secas.No me importa la gloria, pero adoro mi voz;mi voz hecha de torres y relámpagos negrosmi voz de combatiente por una guerra antigua,mi voz de sacerdote con ojos de jaguar.Es donde mi tristeza se transforma en países,en lo que todo estalla en floras de riquezas,en las que me sumerjo con las venas abiertaspara llenar mi espalda de tatuajes eternos.Juan-Eduardo Cirlot, de Elegía sumeriaEn Obra poética, Cátedra
2 comentarios:
Insólito, inigualable Cirlot, en cada relectura aparece un mundo... y así sucesivamente...
Salud Os, querido Durandarte
k
Polifónico, poliédrico, proteico; sobre todo, sagrado.
Salud, Karmen.
P.
Publicar un comentario