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Hay en este ir dejando que transcurrala vida sin dar fruto, en esta voluntariarenuncia a hacer en la que tantas vecesme mantengo y que no tiene, en mi caso,ninguna relación con la pereza,ni con el yermo escepticismo, nicon esa sequedad del corazón que a muchos,a mi edad, para siempre les niega la palabra,hay en este abstenerse deliberado, acaso,no sé, como un extraño amor por el peligro,como un oscuro afán irreprimiblede tentar a la suerte andando por el bordede un abismo espantoso. En ocasiones, pasanlargos meses enteros en los que nada escribo,en que me opongo inexplicablementea cumplir el deber que justifica mi existir. Y me digo: "Hace ya muchos añosque dejé de ser joven; va acortándose el tiempodel que tal vez disponga para llevar a cabola labor pendiente: los poemaque porfían y aspiran al aire y a la luzy que sin forma habitan en las sombrasde mi silencio. No hay mayor tristezaque la de aquello que queriendo alzarseno crece y se transforma en flor, en vidaque se afirma y que canta". Sin embargo, persistoen la inactividad, mirando, absorto,lleno de culpa y de desasosiego,al fondo del abismo: la nada que desdicemis viejas ilusiones, la fe que me sostuvo,mi voluntad de ser frente a la muerte.Eloy Sánchez Rosillo, de La vida
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