miércoles, 5 de agosto de 2009

Concierto para piano o clave nº 5, BWV 1056 - J.S. Bach

9 comentarios:

Blanca Andreu dijo...

Maravilloso concierto. Y juraría que maravilloso Glenn Gould.

Touché!

Durandarte dijo...

Mi oído musical, de una agudeza que parece entrenada en los tambores de Calanda, me hizo dudar de si se trataba de Glenn Gould.

Saludos, Blanca

P.

Blanca Andreu dijo...

"(...)Pero oí de pronto el sonido de un clavicémbalo.
Era un concierto de Juan Sebastián Bach
para óboe, clavicémbalo y cuerdas.
¿De dónde venía aquella música?
No lo sé, pero no era de esta tierra.

Aunque no había probado el vino,
me tambaleé un poco
y tuve que agarrarme
a mi propia sombra"

Seifert

Durandarte dijo...

También escribe Cristina Peri Rossi:

Oír a Bach
es un insulto
si por mi puerta entran
los más diversos crímenes de la Historia
las más famosas infamias
la desgracia de mi madre
y este amor
que se cae como un espejo
tumbado por el viento.

(Pero se termina escuchándolo -añado)

Saludos

P.

Blanca Andreu dijo...

Me perdonarás, Durandarte, pero creo que ese poema de Cristina Rossetti es injustísimo.
La música de Bach roza algo a lo que ningún músico se ha aproximado como él.

Hay pruebas periciales:las vacas dan más leche si escuchan a Bach, por ejemplo. Las plantas crecen mejor con su música. Eso está demostrado de forma acreditada, sesusa y documentada.

Existe un estudio de un físico sobre un Oratorio de Navidad de Juan Sebastián Bach( que es capicúa y espiral) comparándolo con una teoría sobre la estructura del universo.

Cuando era jovencita me compré un piano sólo por aprender a desentrañar la partitura de las Variaciones Golberg. Pues bien, me ponía a destrozar el "Cuaderno de Ana Magdalena" y la gata de Juan Benet, que era mi marido, venía como una flecha y se me subía al regazo.

Es una música que los animales comprenden, una música que cura, que ajusta el alma, tal vez porque sus componentes matemáticos están inscritos desde las constelaciones hasta las más, ah, no sé cómo decirlo, estructuras celulares de los seres vivos.

Rossetti miente: ella se recrea en la infamia, y se regodea en crímenes que ya no están sucediendo en el tiempo: no hay más que leer "La condesa sangrienta" ( que por cierto, ahora han incluído con ilustraciones de gran verismo en una colección juvenil, quizas para que pueda aportar algunas ideas a algún asesino de la catana : "los viejos pecados tienen largas sombras")

Pues bien, como se regodea y los investiga, los llama, y ellos acuden, esos grandes crímenes, esas famosas infamias.

Para mí, ese libro sí que es un insulto, como los de Sade.

Te diré otra cosa, caballero encantado: cuando no creía en la existencia de la Dios y empecé a estudiar las partituras de Juan Sebastián Bach, comencé a sentir que el espíritu de Bach, el músico multiengendrador, existía y me protegía: su espíritu benéfico, santo, me consolaba de mi dolor.

Lo santo nunca puede ser un insulto, a no ser que se sea un iscariote o un maldito demonio emplumado.

Durandarte dijo...

Querida Blanca: Siento que el poema de Peri Rossi te haya molestado. No me pareció un texto excepcional, ni mucho menos, pero refleja una idea que siempre me ha interesado: las limitaciones del arte como medio para mitigar el dolor. Creo que es un asunto largo y trascendente, sobre todo para quienes hemos puesto demasiadas expectativas en el poder de las palabras (como otros lo han puesto en la música, la pintura…). Permíteme el párrafo de Thomas Berhnard, ya incluido en este blog:

"Nos confiamos durante toda la vida en los Grandes Ingenios y a los, así llamados, Maestros Antiguos, así Reger, y nos vemos luego mortalmente decepcionados por ellos, porque no cumplen su finalidad en el momento decisivo. Atesoramos los Grandes Ingenios y los Maestros Antiguos y creemos que podremos luego, en el momento decisivo de supervivencia, usarlos para nuestros fines, lo que no quiere decir otra cosa que abusar de ellos para nuestros fines, lo que resulta ser un error mortal. Llenamos nuestra caja fuerte espiritual de esos Grandes Ingenios y Maestros Antiguos y recurrimos a ellos en el momento decisivo para nuestras vidas; pero cuando abrimos esa caja fuerte espiritual vacía y vemos que estamos solos y realmente por completo sin recursos."

Thomas Bernhard, de Maestros antiguos

Sin embargo, quiero creer que esas carencias están más en el espectador que en la obra, y poder decir con Eduardo Milán: “He visto poemas salvar vidas / sin que lo supieran / ni los poemas / ni las vidas”.

Un saludo

P.

Blanca Andreu dijo...

Me ha gustado muchísimo el texto de Eduardo Milán. Me parece genial, y una gran verdad, aunque no sé quién es.

Maestros Antiguos: se nota que Bernhard no leyó a Ibn Arabí.

Y sí, me ha molestado Peri Rossi culpando a Bach de los descuidos de su alma. Seguro que lo escribió, lanzó la tinta negra hacia un lado, como el calamar, y se fue por otro tan campante sin acordarse de los horrendos crímenes, de su madre o de su novia.

El asunto, a mi modo de ver, es el siguiente:

Si alguien sano se hace una herida curable, la medicina tiene muchas posibilidades de curarla.

Si alguien se hace una herida y cuando se abre la carne se descubre que el interior está podrido, ya es otro cantar de Roldán.

Lo mismo sucede con las almas, los espíritus, o como quiera que llames a tu interior pensante e inmortal.

Benet era completamente partidario de Berhnard. El también era de esa escuela desesperada. Cuando quiso darse cuenta, ya era tarde para rectificar y regresar del lugar al que su concepción del mundo había llevado su alma: la tragedia.

Por mi parte, considero que existe tanto la oscuridad como la luz, y que es mucho más inteligente, puesto que se nos da la posibilidad de elegir, y ya he visto lo que dan de sí las sombras, optar por la luz. Aunque ahora esté tan demodé y ninguno de los maestros contemporáneos-salvo los más astutos, en lo más secreto de su fuero interno, como el caso del ciego Borges-encuentre "estético"
no pintar con las tintas más negras.

Salam, P.

Blanca

Blanca Andreu dijo...

O dicho de otro modo: el poema de Gunnar Ekelöf que has anotado a la derecha.

Durandarte dijo...

Llevo más de dos años depositando cuencos en este blog. Reconozco que la mayoría no eran de agua de manantial, pero estarás de acuerdo con que esos exigen un pulso especial. No obstante, alguno hubo que no desagradaría a Ekelöf.

Esto lo digo por conceder un atisbo de enmienda a este espíritu escéptico pero recuperable.

Cierto que las sombras y las tintas negras tienen prestigio. En numerosos casos creo que merecido. En lo que sí estoy de acuerdo es que el camino más difícil va en otra dirección.

Ahora mismo caigo que sin salir de Conrad se perfilan con nitidez ambos extremos: luz y oscuridad.

No sé si estas lecturas tan heterogéneas servirán para la ascesis. Me temo que no.

Saludos, Blanca

P.