martes, 25 de diciembre de 2007

Stefan George





La palabra del vidente es común a pocos;
ya cuando llegaron los primeros deseos osados
en un extraño reino serio y solitario
inventó él para las cosas nombres propios
en cuyo sonido y fuerza él se deleitó.
Existieron cuando él en el más alto empuje
escapando al mundo se situó bajo los sueños
el son de cuerdas del templo y la lengua sagrada.


Stefan George

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